Generalmente ignoramos que existen ciertas enfermedades extrañas hasta que la padecemos o nos enteramos de que a alguien cercano a nuestro entorno se la han detectado. Tal es el caso del quiste tirogloso, una dolencia que a pesar de ser benigna, requiere de cirugía para su erradicación. A continuación explicaremos este problema que a menudo se manifiesta en la niñez y que puede convertirse en algo mucho más serio si no se toman los correctivos necesarios.
Un quiste tirogloso es una de lesiones cervicales congénitas más frecuentes en los niños. Se presenta como un nudo o masa redondeada, lisa, blanda, indolora, ubicada en la línea media del cuello y en relación al hueso hioides. También hay casos en los que aparece en posiciones más altas o bajas.
Este quiste se forma en el embrión a partir de células y tejidos que sobran cuando se desarrolla la glándula tiroidea. Por ende es un defecto que está presente desde el nacimiento, pero que comúnmente se diagnostica entre los 2 y 10 años de edad. También hay un porcentaje importante de casos en los que el quiste tirogloso se descubre luego de los 20 años.
No hay predilección por sexo. Tanto hembras como varones pueden desarrollar la lesión, la cual suele brotar cuando el afectado sufre una infección de las vías respiratorias superiores, lo que hace que se inflame y produzca mucho dolor.
Por qué ocurre
Cuando la glándula tiroidea se forma durante el crecimiento embrionario, comienza en la base de la lengua y baja por el cuello a través de un conducto llamado conducto tirogloso. Este conducto casi siempre desaparece cuando la tiroides llega a su posición establecida en el cuello. El problema ocurre cuando restos del conducto se quedan en el cuello y se forman cavidades o sacos (quistes) que se llenan de líquido o moco o que se inflaman si se infectan. Cuando el quiste tirogloso es muy grande, puede generar dificultad para tragar e incluso obstaculizar los conductos de aire.
Los síntomas más frecuentes de un quiste tirogloso pueden incluir la aparición de una masa redonda, pequeña y blanda en el centro de la parte anterior del cuello; sensibilidad, enrojecimiento e hinchazón de la masa si está contaminada y abertura pequeña en la piel cerca de la masa con supuración de mucosidad del quiste. Sin embargo, las señales pueden variar según cada individuo.
Diagnóstico del quiste tirogloso
Para diagnosticar un quiste tirogloso lo primero que hará el médico será practicar al paciente un examen físico. Con él verá principalmente si la masa se mueve hacia arriba al sacar la lengua y al tragar. Esto ocurre porque el conducto tirogloso suele conectarse en la base de la lengua.
Para confirmar la sospecha, el especialista (otorrinolaringólogo) deberá realizar un ultrasonido, que corroborará la presencia de la lesión quística. Este estudio casi siempre permite evaluar el aspecto de la glándula tiroides, es decir si el quiste tirogloso contiene tejidos de la tiroides.
Otros exámenes incluyen un análisis de sangre para valorar cómo funcionan la tiroides, una aspiración con aguja para extraer las células del quiste y un estudio detallado de tiroides. Éste último procedimiento consiste en utilizar yodo radiactivo o tegnesio (elemento metálico radiactivo) para revelar cualquier anormalidad física de las glándulas.
Tratamiento del Quiste tirogloso
El médico determinará según las condiciones del paciente qué tratamiento aplicar, pero la forma de curar la enfermedad es eliminar quirúrgicamente el quiste.
Los factores que el galeno tomará en cuenta serán la edad de la persona, su estado general de salud y los antecedentes médicos, así como la gravedad del trastorno, la tolerancia del enfermo a determinados medicamentos, procedimientos o terapias; las expectativas respecto a la evolución del quiste tirogloso y su opinión o preferencia.
Si hay infección, se deberán administrar antibióticos antes y después de la cirugía.
El procedimiento que se realiza para la extirpación del quiste y el conducto tirogloso se llama Sistrunk. A través de este método se extirpa el centro del hueso hioides, por cuyo interior va el conducto tirogloso, para de esta manera prevenir la recidiva, es decir la repetición de la patología durante la convalecencia. La extracción debe llegar hasta el foramen ciego lingual para descartar anormalidades futuras.
Estudios médicos demuestran que es muy poco probable que un quiste tirogloso vuelva a crecer si quedan pequeñas porciones de los tejidos tras realizar la disección. No obstante, la infección del quiste, antes de efectuarse el procedimiento quirúrgico, podría hacer más difícil su eliminación y elevar las posibilidades de una reaparición.
¿Y si no se realiza la cirugía?
Si el paciente o los padres (cuando aparece en niños) no desean recurrir al quirófano, podría ocurrir una contaminación severa o aparecer abscesos locales y fístulas, lo cual puede complicar la cirugía que necesariamente en algún momento tendrá que programarse.
Hay que considerar que de tratarse de un adulto, existe un 1% de riesgo de que el quiste tirogloso se relacione con un tumor maligno. En los niños no se han reportado situaciones de células cancerosas.