La cloroquina es un medicamento del grupo de las 4-aminoquilinas que es recomendado para la prevención o tratamiento de la malaria, una enfermedad parasitaria que ocasiona anemia, fiebres altas, síntomas seudogripales y escalofríos. En casos extremos, puede ser potencialmente mortal.
Actúa contra los parásitos Plasmodium ovale y Plasmodium malarie, y las cepas susceptibles de Plasmodium falciparum (causante del paludismo en África) y Plasmodium vivax (fuera de ese continente). La cloroquina puede ser indicada para otras patologías autoinmunitarias tales como lupus eritematoso sistémico y artritis reumatoide.
Se recomienda consumir cloroquina cuando se tiene intenciones de visitar países donde existe el riesgo de contraer malaria, si se reside en zonas de alta peligrosidad o si se carece de inmunidad frente a ella.
Se ha determinado que este medicamento resulta eficaz para tratar la amebiasis extraintestinal, de manera individual, o con la mezcla de otros fármacos. Esta afección se contrae por consumir agua o alimentos contaminados con materia fecal y a través del contacto directo entre personas.
Dosis sugerida de Cloroquina
La cloroquina se administra vía oral, observándose las concentraciones plasmáticas transcurridas entre dos o tres horas. Tanto el medicamento como sus metabolitos pueden ser detectados en el plasma por unos dos meses, y en el caso de la orina, durante los cuatro primeros meses después de su aplicación.
Para prevenir la aparición de la malaria en los adultos (en el caso de viajes), se debe consumir dos semanas antes, durante el paseo, y en las ocho semanas siguientes de haber regresado.
En los casos severos de paludismo en adultos, se debe consumir al momento del diagnostico y posteriormente repetir la dosis entre seis y ocho horas después. Seguido de esto, se deme tomar la mitad de una dosis al menos una vez al día durante las próximas 48 horas.
Para tratar la enfermedad en los niños y lactantes, la cantidad de cloroquina a tomar debe estar basada en el peso del niño, cifra que debe ser establecida exclusivamente por el médico tratante.
Cuando hay amebiasis, generalmente se debe tomar una dosis durante dos días, y luego la mitad de una dosis diaria por dos o tres semanas. Lo común es que se recete con otros amebicidas.
Debido a que la cloroquina puede causar malestares estomacales, se sugiere tomarla durante las comidas y con abundante líquido.
Es importante seguir al pie de la letra las instrucciones colocadas en la etiqueta del medicamento, y preguntar al médico o al farmaceuta si se tiene alguna duda. Se debe usar exactamente como se indica, no puede estar por debajo o por encima de lo establecido por el doctor.
Para prevenir vómitos y náuseas, la cloroquina puede ingerirse justo después de haber comido. En caso de que el paciente vomite parte o la totalidad de la toma del medicamento, deberá volverse a administrar la misma cantidad.
Precauciones con la cloroquina
La cloroquina no puede ser ingerida por personas que sufran de epilepsia o de hipersensibilidad conocida.
Si el estado de salud del paciente continúa desmejorando a pesar del consumo de la cloroquina, es posible que exista resistencia. Si ese es el caso, se deberá administrar un tratamiento de emergencia por vía intravenosa, a base de quinina.
En cuanto a efectos adversos, en algunos pacientes pueden presentarse síntomas gastrointestinales o problemas estomacales, aunque estos serán transitorios.
Las personas con alto grado de susceptibilidad, pueden desarrollar ataques de porfiria intermitente aguda y de psoriasis, de forma grave.
Asimismo, el uso inadecuado de cloroquina, puede acarrear bloqueos auriculoventriculares. Quienes la utilicen para intentar atacar cuadros febriles, pueden desarrollar retinopatía (inflamación de la retina). Por ello, es vital no automedicarse.
Efectos adversos
Aunque es muy extraño que suceda, el empleo prolongado de cloroquina puede ocasionar pérdida irreversible de la visión. Las dosis extremadamente altas, se acumulen en la retina, provocando daños graves.
Igualmente, algunas personas pueden sufrir una intoxicación por el medicamento, que podría ser mortal aun habiendo tomado una dosis muy baja de 500 miligramos. Al poco tiempo de que se presente el cuadro, los pacientes comienzan a tener náuseas, vómitos y somnolencia. La intervención de un médico es importante para revertir los efectos.
Estos síntomas suelen estar acompañados de agitación, articulación confusa, disnea por edema pulmonar, coma, convulsiones, disritmias cardíacas, y trastornos de la visión.
Lo ideal es que el paciente acuda a un centro de salud lo más pronto posible de haber ocurrido la intoxicación, para que se le pueda provocar el vómito o practicarle un lavado gástrico. En caso contrario, el tratamiento deberá ser conforme avancen los síntomas, y enfocarse específicamente en mantener las funciones respiratorias y cardiovasculares.
Es importante que, al igual que otras medicinas, las tabletas, los inyectables y los jarabes se conserven en recipientes perfectamente cerrados, protegidos de la humedad y de la luz, para evitar que se dañen y causen problemas que pongan en peligro la salud.
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