Es cierto, en algunos instantes podemos sentir apatía, desinterés y falta de energía. Puede que haya cansancio, estrés o un malestar orgánico que nos impida enfocarnos en ciertas acciones o actividades. Si la situación es momentánea, podría ser algo normal, pero si esa dejadez se transforma en descontento, insatisfacción y deterioro de la voluntad, podríamos estar padeciendo un trastorno denominado abulia.
Quienes la han estudiado o padecido, concuerdan en que se trata de un padecimiento que causa descontento interno, sufrimiento, baja de autoestima, agotamiento, dolor en el cuerpo y hasta vacío en el alma.
Es difícil imaginarse presentando todos esos sentimientos y emociones negativas, pero efectivamente hay quienes los enfrentan y les cuesta aprender a superarlos.
Síntomas de la abulia
El primer indicio es la falta de motivación, luego aparece la abulia propiamente dicha y, en casos extremos, puede desarrollarse una crisis del comportamiento, definida por la incapacidad para moverse o comunicarse, conocida como mutismo acinético.
Enfrentar la abulia no es del todo fácil. Y cómo podría serlo, si los diagnosticados se muestran imposibilitados para tomar decisiones y ejecutar labores que anteriormente eran de su agrado. Como si fuera poco, se convertirán en seres preocupados e inseguros, con una pasividad extrema que lo llevará a desligarse de su cotidianidad.
Habrá insomnio, tareas inconclusas, inapetencia, fobia social, cansancio injustificado, pesimismo incontrolado y muy poca iniciativa.
Es posible que nada de lo que se les diga, los haga salir del ensimismamiento en el que se escudarán, pero hay que intentarlo, especialmente si la abulia guarda relación con un accidente, la muerte de un familiar u otras situaciones que hayan calado profundamente en su sentir y en su forma de ver la vida.
causas de la abulia
Como desencadenantes probables se mencionan los traumatismos o afecciones del lóbulo frontal y las lesiones en el ganglio basal. Estas últimas interfieren en el lenguaje, la automotivación y la capacidad para relacionarse.
La demencia senil, la sífilis, la distimia, el Alzheimer y el Mal de Parkinson, entre otras patologías degenerativas, también pueden generar abulia, así como la esquizofrenia, la depresión, y las enfermedades que tienden a alterar los nervios del cerebro.
No habrá placer que valga y lo más peligroso que podría ocurrir, sería toparse con la soledad y el desconsuelo. Esto podría incitar al paciente a tomar caminos equivocados: drogadicción, consumo de alcohol y, en el peor de los panoramas, el suicidio.
sentimientos nevativos
Cuando se padece de abulia, es vital iniciar un tratamiento con psicoterapia, diseñado por un especialista en conducta humana quien, muy posiblemente recurrirá a determinados fármacos para potenciar el efecto.
Cuando alguien dice en reiteradas ocasiones que sufre de un habitual “desgano”, es fundamental que sus familiares y amigos permanezcan atentos a otras señales que pudieran significar la presencia de abulia, un padecimiento que se describió por primera vez en el año 1838.
Aunque pueden haber pacientes que somatizan la abulia, la mayoría de los síntomas son psicológicos y conductuales.
Como se dijo, lo principal es la falta de motivación, pero adicional a ello la persona puede reflejar incomodidad y rechazo hacia las relaciones personales y familiares, llegando a deteriorar profundamente su vida social.
La expresividad también se ve afectada cuando hay abulia. Es posible que el enfermo considere que no tiene necesidad de hablar, ni de moverse. Se le verá callado, encerrado en sus pensamientos e impasible.
La pérdida de pensamiento será tan fuerte, que el individuo dará más peso a los estímulos externos, que a su propia ideología.
Pero quizá lo más grave no sean las reacciones, sino la impotencia que surge al saber que algo anda mal, pero no se puede hacer nada para remediarlo porque no hay fuerzas para ello. Se quiere, pero no se puede.
La desmotivación irá poco a poco ganando terreno y se entrará en un círculo vicioso, del que solo se podrá salir con ayuda familiar y acompañamiento profesional.
Diagnóstico de la abulia
Para los psicólogos el diagnostico de la abulia no es tarea fácil, especialmente porque son pocos los pacientes que por cuenta propia buscan la guía de un experto.
Para una detección precisa es indispensable la observación clínica y la información que puedan suministrar los involucrados (amigos, parientes o compañeros de trabajo).
El avance de la ciencia ha permitido el desarrollo de estudios como resonancias y tomografías, que permiten determinar alteraciones cerebrales asociadas con la abulia.
Una vez confirmada la abulia, inicia el camino hacia la recuperación. Si existiese una causa orgánica es necesario tratarla para luego implementar terapias farmacológicas y psicoterapéuticas.
Sí hay tratamiento y cura
Dependiendo de la condición clínica, el médico puede indicar antidepresivos o inhibidores de enzimas. Sin embargo, esto no será suficiente sin una intervención psicológica a través de distintas corrientes como la gestálica, que promueve el cambio de conducta y la motivación, o la psicoanalítica, que incide directamente en la causa.
Lo bueno de todo esto, es que la abulia sí tiene sanación. Cuentan la voluntad y el deseo de salir adelante.
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