Difícilmente el organismo podría funcionar correctamente si de desestima el aporte de vitaminas, pero por más beneficiosas que puedan ser, es importante controlar las cantidades. Algunas tienden a acumularse en los tejidos grasos del cuerpo y originar osteoporosis, caída del cabello, formación de cálculos renales y alteraciones cardíacas. Estos y otros problemas, surgen cuando hay una acumulación excesiva de vitaminas, que medicamente se denomina hipervitaminosis.
Es poco probable que pueda ocurrir una hipervitaminosis cuando las vitaminas que se consumen provienen de los alimentos. De hecho, muchas de las dietas que se propagan irresponsablemente por la web, generan inconvenientes por la insuficiencia de ellas. El inconveniente se presenta cuando se abusa de los suplementos nutricionales que brindan altas contribuciones de vitaminas liposolubles.
Dos tipos de vitaminas
Existen dos tipos de vitaminas: las hidrosolubles y las liposolubles. En el primer grupo se encuentran las vitaminas del complejo B y la vitamina C, que expulsan por medio de la orina porque se disuelven en agua.
Estas vitaminas protegen el sistema inmune, regulan el sistema nervioso, promueven la formación de huesos, dientes y tejidos, aportan energía, mejoran la circulación de la sangre, favorecen la producción de hormonas y neurotransmisores, protegen contra la anemia, el insomnio y la pérdida de memoria y colaboran en la metabolización de los ácidos grasos, entre otros beneficios. Pero al ser eliminadas fácilmente del organismo, y destruidas por el almacenamiento, cocción y refrigeración de los comestibles, sus niveles deben garantizarse a través de ciertos medicamentos.
En el otro bloque, las liposolubles, se hallan las vitaminas A, D, E y K. Sus propiedades también son muy amplias: cuidan la piel y la vista, ayudan a la formación de enzimas del hígado, aseguran la absorción de calcio y fósforo, maduran los espermatozoides y óvulos, actúan como antioxidantes, regeneran los tejidos y contribuyen a la coagulación de la sangre, entre otras bondades. Sin embargo, se almacenan en los tejidos adiposos, y ocasionan hipervitaminosis cuando hay demasiada presencia de ellas en el cuerpo.
Lo ideal es que ambas vitaminas estén equilibradas para que el organismo pueda evitar y atacar las enfermedades adecuadamente.
Consecuencias de la hipervitaminosis
Considerando que son varias las vitaminas asociadas con la hipervitaminosis, las consecuencias o patologías que pudieran desencadenarse a raíz de este trastorno, están ligadas específicamente a la vitamina de la cual se tengan altas dosificaciones.
Si es la vitamina A, por ejemplo, que abunda en vegetales, lácteos, aceite de pescado e hígado animal, suele inducir náuseas, mareos, vómitos, desmayos, inapetencia y fatiga. Los más propensos a sufrir por la desproporción de ese componente son los pacientes con disfunción hepática. Existe una condición crónica que se da cuando hay una toma diez veces mayor que la necesaria, que es entre 700 y 1000 microgramos por día en los hombres, y entre 600 y 800 en las mujeres. Esto pudiera sospecharse si el individuo refleja migraña, alopecia, resequedad y picazón en la epidermis, desarrollo inadecuado del hígado, dolencias en las articulaciones y huesos, y agrietamiento en los labios.
Si la vitamina sobrante es la D, es posible que el sujeto refleje anomalías en la membrana timpánica, cefalea, náuseas constantes, sordera y calcificación ósea y de tejidos. En los niños puede manifestarse retraso en el crecimiento y desarrollo mental, afecciones gastrointestinales, estreñimiento, irritabilidad, deshidratación, y debilidad en los huesos. Puede decirse que es la menos frecuente, puesto que la vitamina D se encuentra en contados ingredientes como el hígado, mantequilla, leche, nata y yema de huevo, pero sí compone la gran mayoría de los fármacos vitamínicos. De allí la importancia de controlar que su aporte sea solo el recomendado por los especialistas, que es 0 a 10 microgramos al día.
En el caso particular de la vitamina E, su principal riesgo es que priva los efectos de las vitaminas hidrosolubles, pero para ello deben sobrepasarse los 15 mg que se ameritan al día (la mitad en los infantes). Los síntomas recurrentes cuando hay hipervitaminosis son cansancio, visión doble, dolor de cabeza, ganas de vomitar, dolores en los músculos, diarrea y gases.
Una hipervitaminosis por vitamina K se suele producir cuando se extralimitan los 120 microgramos al día de esta vitamina, que se consigue en vegetales verdes, frutas, lácteos, carne, cereales y huevos. En las dosis clínicamente establecidas, esta vitamina resulta muy provechosa para prevenir las hemorragias. Por lo general no hay enfermedades vinculadas con ella, a menos que existan inconvenientes con la absorción de las grasas. No obstante, una elevada toxicidad ocasiona afectación en el hígado e ictericia. La mayoría de estos hallazgos se han hecho en animales. Faltan estudios en humanos para confirmar estas hipótesis
Tratamiento de la hipervitaminosis
Cuando existe un diagnostico de hipervitaminosis, la primera medida a tomar es la supresión de los fármacos que contengan la vitamina que la desencadena.
De igual manera, cuando hay hipervitaminosis se debe regular la alimentación, anulando de la dieta los productos que la contengan. Todo esto debe hacerse bajo estricta vigilancia médica para avalar el equilibrio entre las vitaminas liposolubles y las hidrosolubles.
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