En la psicología y en la medicina en general, hay trastornos que causan mucha impresión por su desconocimiento y por la confusión que, en ocasiones, genera su evolución y sintomatología. Ocurre con la genofobia, una condición también llamada coitofobia, que se refiere al miedo irracional a las relaciones sexuales. No es solo un simple rechazo, sino que el paciente muestra una grave repulsión hacia el sexo y los comportamientos asociados.
La genofobia se presenta con una ansiedad extrema, que puede impactar negativamente en la vida del individuo que la padece. Las relaciones sentimentales pueden verse afectadas de una manera profunda, porque al momento de los encuentros, surgirá una reacción de pánico y evitación que trastoca la unión hasta llevarla a su deterioro, si no hay comprensión y amor suficiente por parte de la pareja. Eso sin contar los prejuicios, temores y percepciones del paciente sobre sí mismo y su intimidad.
Los síntomas de la Genofobia
Para determinar si se está ante un caso de genofobia, se deben considerar algunos síntomas o señales, entre ellos miedo, pulsaciones rápidas, sudoración constante, dolor de estómago, resequedad en la boca y la imposibilidad de avanzar hacia un encuentro sexual.
La genofobia conlleva, en muchas situaciones, a que la persona se vuelva asexual para poder evitar de cualquier modo el contacto con su par. De allí que este trastorno, puede desencadenar una fuerte tristeza que requerirá de la asistencia de un especialista.
Causas de la genofobia
Hasta ahora no existe una explicación certera sobre cuáles podrían ser los detonantes de la genofobia. Solo se sabe que varían de un individuo a otro y que podrían estar vinculadas con sus experiencias familiares, emocionales o personales.
Los psicólogos afirman que se puede desencadenar genofobia como consecuencia de una violación, ataque sexual o vivencias desagradables en los primeros encuentros íntimos, los cuales resultan determinantes para el sano desarrollo sexual del ser humano.
De allí la importancia de que el sexo sea placentero y no bajo circunstancias de estrés, temor o abuso, etc.
Aunque se mencionan las causas de tipo mental, la genofobia también puede ser originada por patologías como impotencia sexual, que en los hombres se evidencia con la carencia de erecciones. Esto produce miedo, vergüenza y disminución del deseo.
En el caso de las mujeres, pudiera ocurrir por dispareunia, una condición que hace que el sexo sea bastante doloroso.
Más razones
La genofobia también aparece cuando la persona se muestra temerosa de contraer enfermedades de transmisión sexual como el Virus de Inmunodefiencia Humana (VIH). Estos pacientes no consideran que el uso de condones u otros métodos puedan protegerlos, y por ello reflejan aversión a las relaciones sexuales.
Pero la gran pregunta de las personas diagnosticadas con genofobia es si hay una cura o tratamiento para controlarla. Estudios han revelado que los pacientes son sometidos a terapia y medicación, y que los resultados pueden ser bastante efectivos. Pero lo principal, es tener en cuenta que tener genofobia no representa ningún retraimiento, hay que asumirlo y enfrentarlo para reducir los daños.
Como todas las fobias, siempre existe la negación de admitir que se sufre de algo. Es allí cuando los medicamentos tienen un buen efecto. Lo más recomendable es buscar ayuda y asistencia de psicoterapeutas, psicólogos, psiquiatras o consejeros que contribuyan a sobrellevar el caso.
la aceptación es vital para tratar la Genofobia
Pero antes de iniciar cualquier tratamiento psicológico, se sugiere acudir a un médico general que realice una revisión que permita determinar si la causa de la genofobia es física o mental. Un ejemplo es que algunas mujeres suelen sufrir in intenso dolor cuando tienen relaciones sexuales y ese problema puede resolverse con un examen ginecológico.
Todas las fobias se presentan por un miedo irracional. En el caso de la genofobia, aunque no lo parezca, convierte la vida de quien la padece en un infierno, ya que en ocasiones se niega a interactuar con otros, a fin de no desarrollar afecto que desencadene en una relación amorosa.
Es uno de los trastornos menos conocido porque no ha habido una divulgación oportuna. Ocurre que el individuo presenta esta condición pero no lo sabe, bien sea porque el especialista no ha hecho el diagnóstico adecuado o porque existe pánico de asumir el problema.
Cuando las causas son médicas, no hay que perder tiempo a la hora de someterse a un tratamiento con fármacos. De esta manera se evita que la situación repercuta en otros aspectos de la vida.
La aceptación es el primer paso para darle la batalla a la genofobia. El sexo, que aún a estas alturas resulta un tema tabú, forma parte del bienestar del individuo y por ende, tiene que ser relajante, divertido y saludable. Todas las dudas al respecto pueden ser resueltas por los especialistas, quien ofrecerá un abanico de opciones para la solución. Lo más importante es la información y la educación al respecto.
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