El ojo está expuesto a infecciones y afecciones que a pesar de provocan irritación, dolor y/o molestias, son muy fáciles de controlar. Una de ellas es la hemorragia subconjuntival, que se asemeja a los hematomas que surgen en la piel a causa de lesiones o contusiones. Generalmente se manifiesta como puntos o manchas de sangre que se esparcen por la esclerótica (la parte blanca del ojo) o el área interior del párpado.
Pese a que para la mayoría de la población no representa mayor riesgo, se debe tener suma precaución con las personas de la tercera edad, puesto que la hemorragia subconjuntival podría ser una clara señal de la presencia de un trastorno vascular de gravedad.
Afección común
Es común presentar una hemorragia subconjuntival en algún momento de la vida. Es una anomalía prácticamente inofensiva, que puede curarse por sí sola o siguiendo algunas recomendaciones, pero cualquier padecimiento que pueda alterar la funcionalidad del globo ocular, debe vigilarse y tratarse con la debida cautela.
La ventaja, por decirlo de alguna forma, es que la hemorragia subconjuntival no tiene incidencia en la visión y no suele causar dolor.
Fuera de la aparición de las manchas de sangre, es posible que el afectado no enfrente otra sensación o síntoma. Tanto es así, que puede ignorar completamente que tiene una hemorragia subconjuntival hasta que se ve en el espejo u otra persona se lo indique.
Debido a que la conjuntiva (membrana mucosa que cubre el área posterior de los párpados y la zona anterior del globo ocular) carece de anclaje en la esclerótica (capa externa del globo ocular), es probable que en las horas siguientes a la aparición de la hemorragia subconjuntival, ésta pueda seguir extendiéndose. No obstante, este inconveniente no debe producir alarma, mientras no exista un golpe, un maltrato o una enfermedad asociada.
Causas de la hemorragia subconjuntival
Una hemorragia subconjuntival puede originarse por la ruptura de un vaso sanguíneo, que provoque sangramiento dentro de la conjuntiva.
A menudo la sangre es muy visible, pero debido a que se encuentra confinada dentro de la conjuntiva, no se puede eliminar ni mover.
La rotura de un pequeño vaso sanguíneo muchas veces no está relacionada con una lesión. Regularmente las personas pueden despertarse un día, verse en un espejo y notar la presencia de una hemorragia subconjuntival, sin que esto sea un indicio un daño.
También puede haber una hemorragia subconjuntival por un aumento repentino de la presión, como el que tiende a ocurrir tras una tos violenta, un estornudo, una infección viral, o el simple frotado de los ojos.
Igualmente, la hemorragia subconjuntival puede darse por la ingesta de anticoagulantes o de otros medicamentos de forma excesiva como la aspirina, o como consecuencia de ciertas condiciones médicas como hipertensión arterial o diabetes mellitus. Es más frecuente su aparición luego de una lesión o de una cirugía en el órgano visual.
En los recién nacidos es habitual la hemorragia subconjuntival. De acuerdo a varios especialistas, esta situación se debe a las variaciones de presión que sufre el cuerpo del bebé, durante el trabajo de parto.
Asimismo pueden influir algunas patologías menos frecuentes como angiomas, discrasias sanguíneas (hemofilia drepanocitosis), o telangiectasis.
Los bulímicos son más propensos a presentar una hemorragia subconjuntival por la posible ruptura de capilares delicados en el ojo, provocada por la inducción dl vómito.
Diagnóstico y tratamiento de la hemorragia subconjuntival
Para confirmar que existe una hemorragia subconjuntival, tiene que haber aparecido una o varias manchas rojas en la esclerótica. Posteriormente, la persona debe acudir a una consulta médica, para que un doctor practique un examen físico, y revise los ojos.
Para descartar otra situación más grave, el especialista debe chequear la presión arterial y cerciorarse de que el individuo no presente sangrado o moretones en otra parte de su cuerpo. En ese caso, tendría que efectuar pruebas más específicas para detectar el origen de la hemorragia subconjuntival y atacar el problema de raíz.
La hemorragia subconjuntival no requiere ningún tratamiento específico para desaparecer. Sin embargo, el afectado debe someterse a un control de la presión arterial y ocular de manera regular.
Pronóstico de la hemorragia subconjuntival
Con frecuencia, una hemorragia subconjuntival se esfuma por sí sola, después de dos o tres semanas. Es posible que mientras se dispersa, la parte blanca del ojo se torne amarillenta.
Si el problema se extiende o se incrementa la irritación, el oftalmólogo puede recomendar la aplicación de lágrimas artificiales sin prescripción.
En situaciones de hemorragia subconjuntival recurrente, deberá llevarse a cabo un examen médico más profundo para estudiar los factores de riesgo, y solicitar pruebas de laboratorio para destacar bronquitis, anemia, diabetes, desórdenes hormonales, dificultades respiratorias y otras afecciones que pudieran estar desencadenando la hemorragia de forma continua.
Hasta los momentos no se conoce de una medida de prevención para evitar una hemorragia subconjuntival. Sin embargo, conviene evitar el frote de los ojos, profundizar los hábitos de higiene, usar lentes de sol y reducir la visita a sitios donde los ojos puedan estar expuestos a sustancias contaminantes.
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