Al hablar de dietas es difícil no caer en controversias. Las opciones son innumerables y en su mayoría van precedidas de palabras que, aunque alimenten nuestras ilusiones, no son más que engaños peligrosos: “relámpago” y “milagrosa”.
Los riesgos son casi tan infinitos como la cantidad de propuestas que se propagan en la red. No obstante, la intención de este artículo no es poner en tela de juicio la efectividad o no de ningún método, sino exponer los criterios de una forma de alimentación que, guiada por el reloj biológico del sur humano, insta a engullir los alimentos en los instantes en que serán más provechosos y menos perjudiciales.
Para entender su funcionamiento, es importante saber que ese cronómetro que controla el ritmo de procesos orgánicos como la renovación celular o los cambios hormonales, se halla en el hipotálamo y se sincroniza a través de factores externos como la luz, las horas de comida y el sueño. Su ciclo ha sido estudiado por la cronobiología, que detecta cómo esos ritmos intervienen en los nutrientes que se consumen, la crononutrición, que analiza los valores de esos nutrientes y su utilización a lo largo del día, y la cronodieta, que establece las pautas horarias para su ingesta saludable.
Con el tiempo y amplias investigaciones, se ha determinado que la alimentación está vinculada con la secreción de la insulina, hormona que “avisa” a las células la cantidad de energía que se debe almacenar. Su rutina de producción se altera cuando no se desayuna, se evita una comida o se cena en abundancia. Esa distorsión del ciclo de los adipocitos, grasas y azúcares, hace que se guarden en los momentos en los que deberían eliminarse y viceversa, promoviendo la ganancia de peso y la obesidad.
En estudio desde hace 30 años
La crononutrición fue planteada por el doctor francés Alain Delabos, en 1986, y parte de la premisa de que un mismo producto puede provocar distintos efectos, según la hora en que se consuma. En algunos casos se transforma en energía, y en otros se almacena inútilmente en el organismo, causando aumento de peso.
A juicio de Delabos, los desórdenes alimenticios se reflejan en la forma del cuerpo:
Exceso de caderas y muslos = Abuso de verduras
Pronunciamiento de pecho y hombros = Mayor ingesta de carnes
Abultamiento de vientre = Más consumo de alimentos feculentos
Aumento de glúteos y pectorales = Demasiadas azúcares
Crecimiento de vientre y senos = Exageradas cantidades de dulces, harina y grasa.
La cronodieta no suprime los alimentos
Distinto a otros programas, la cronodieta no suprime los productos, sino que propone un horario “oportuno” para su ingesta, basada en el planteamiento de que el organismo “sabe” lo que necesita y segrega las sustancias que asimilan las comidas de diversas maneras, según sus requerimientos del día. A primera hora, por ejemplo, se produce insulina, proteasas y lipasas, por lo que es recomendable dotar al cuerpo de grasas saludables, hidratos de carbono y proteínas que conviertan estas enzimas en energía. A media mañana, se evidencia una baja de glucosa, por lo que conviene degustar una fruta y a media tarde, cuando surge esa sensación de cansancio, es ideal un trozo de chocolate negro que nuevamente reponga las energías.
Sin romper las reglas
- Los hidratos de carbono no deben faltar en el desayuno porque aportan la energía que el cuerpo y la mente necesitan para mantenerse ágiles y despiertos.
- Esa regla de “menos es más” no aplica en la cronodieta. Se deben repartir las calorías en cuatro o cinco comidas al día para acelerar el metabolismo y evitar sensaciones de hambre, picoteos o adicciones.
- Las proteínas animales se deben ingerirse por la mañana y a mediodía. Si son libre de grasas y preparadas a la plancha, a la parrilla o al vapor, mucho mejor. En la tarde y en la noche son beneficios los lípidos del pescado y los frutos secos. Su contenido de triptófano favorece la síntesis de serotonina y melatonina que, entre otras cosas, disminuyen las tendencias compulsivas.
- Conviene cenar dos horas antes de dormir para no afectar el proceso digestivo. Debería ser una comida ligera, a menos que se someta al cuerpo a una rutina de ejercicios fuerte y constante.
- En caso de que apetezca un dulcito, se puede saborear por la tarde, siempre que sea de calidad. El chocolate negro es el más recomendable según la cronodieta.
- En la cronodieta no se deben saltar los alimentos. Con esto sólo se consigue concentrar energía innecesaria, que luego se transforma en grasa.
- Para que la cronodieta realmente sea efectiva se ingerir mucha agua y evitar las bebidas gaseosas.
- La cronodieta sólo permite una rebanada de pan en el desayuno y en la comida, nunca en la noche.
Los horarios de la cronodieta
- De 7:00 a 15:00 horas: Pastas, arroces, cereales, pan, galletas.
- De 10:00 a 21:00 horas: Verduras y hortalizas, excepto zanahorias, judías verdes, alcachofas, coles, remolacha y tomates.
- De las 12:30 a 15:00 horas: Legumbres, guisantes, patatas, batatas y las verduras excluidas del grupo anterior.
- De las 10:00 a 21:00 horas: Carnes, excepto las grasas y los embutidos. Pescados, huevos y productos lácteos.
- Hasta las 17:00 horas: Manzana, piña, naranja, pomelo, pera, melocotón, kiwi, sandía, melón, fresas, etc.
- Hasta las 12:00 horas: Las frutas calóricas y los frutos secos: Uvas, plátanos, mangos, papayas.
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