Los seres humanos disponemos de 206 huesos, cada uno con tamaños y características diferentes. Sus funciones guardan relación con la pieza que le sigue en el esqueleto. Aunque gozan de solidez y resistencia, suelen ser livianos, y se componen de tejidos blandos y duros, así como de nervios y vasos. Una de sus partes más prominentes y características es el cóndilo, conocido popularmente como la cabeza del hueso.
Es muy fácil identificar al cóndilo, pues luce como una protuberancia con talle redondo, ubicada justo en la extremidad del hueso. Gracias a que el cóndilo existe, un hueso es capaz de acoplarse al siguiente, de forma adecuada, formando la articulación.
El cóndilo cuenta con dos estructuras que-de cierta manera-aseguran la flexión y extensión. También cuenta con un segundo eje, que separa y acerca la extremidad del cuerpo.
Ubicación de cóndilo
Las articulaciones son el sitio de contacto entre un hueso y otro. Además de permitir que el ser humano tenga movilidad, contribuyen con la plasticidad y elasticidad necesarias para realizar los desplazamientos.
En el caso particular del cóndilo, éste se halla en dos sitios ampliamente estudiados en la traumatología. Estos son:
- Fémur: En este lugar, recibe el nombre de cóndilo femoral. Famoso por ser el hueso más duro y largo del cuerpo humano, está formado por dos cóndilos en su extremidad baja. En unión con la tibia, el peroné y la rótula, da forma a la articulación de la rodilla.
- Mandíbula: El cóndilo se sitúa en el maxilar inferior. Sus dos extremidades se conectan con el hueso temporal de la cabeza.
Asimismo, hay huesos cortos que presentan cóndilos. Se pueden ver en la muñeca, los dedos y la articulación entre el cráneo y la primera vértebra cervical.
Afección frecuente
En traumatología existe una lesión denominada hiperplasia del cóndilo mandibular, que implica un incremento acelerado del tamaño de esta pieza, cuando el proceso debió culminar o haberse ralentizado.
El paciente experimentará un crecimiento desproporcionado de la cabeza y cuello, en el lado donde aparece la lesión. Una consecuencia común es la desviación de la mordida y el punto medio del mentón, con una evidente deformación.
Es necesario que ante un cambio visible en la apariencia y forma de la quijada, el paciente se dirija inmediatamente a un médico, pues algunos tumores óseos pueden provocar síntomas similares. Sin embargo, estos suelen crear asimetrías mucho más marcadas.
Para obtener un diagnóstico certero, se recomienda la realización de radiografías o una tomografía computarizada (TC). Específicamente en la radiografía, es posible que se refleje cierta normalidad en la articulación de la mandíbula, pero también puede verse un cóndilo más grande o el alargamiento del cuello mandibular.
En este sentido, la TC ostenta una ventaja pues permite dilucidar si existe un crecimiento óseo general o localizado. De ser así, se procederá a realizar una biopsia del tejido, que arrojará luces sobre si se trata de un tumor o es una hiperplasia.
La hiperplasia del cóndilo mandibular aparece frecuentemente antes de la pubertad, haciéndose más notoria al alcanzar este periodo. Se desconocen las causas de esta afección. No obstante, algunos estudios sugieren que puede desarrollarse por golpes, problemas hormonales, desequilibrios circulatorios o infecciones en la zona.
Tratamiento apropiado
Existen dos tipos de tratamientos para contrarrestar los efectos de una hiperplasia del cóndilo mandibular. En primer lugar, si el crecimiento del cóndilo aún no se ha detenido, la condilectomía es el procedimiento indicado.
La condilectomía es una cirugía de recolocación de la mandíbula, que se lleva a cabo únicamente durante el desaroollo activo de la deformación. Lo ideal es que se realice en la pubertad para que sea más evidente el cambio en el rostro del paciente.
A la par de la codilectomía, conviene aplicar ortodoncia como método de apoyo para lograr más simetría. De igual modo, la apariencia puede mejorar considerablemente con una cirugía de reducción del borde inferior.
La condilectomía ha recibido elogios a lo largo de los años, debido a que garantiza una recuperación adecuada a largo plazo. Aunque se ha determinado cierta predominación de osteoartrosis y dolor en quienes se someten a la operación, no se ha confirmado que tenga que ver directamente con el mecanismo.
Fractura de cóndilo femoral
Ante golpes y accidentes, la fractura de cóndilo es altamente probable, sobre todo en niños. No obstante, una sobrecarga o torsión de la rodilla también puede desencadenar una lesión de este tipo. Habitualmente, se recomienda cirugía para reacomodar el hueso.
Es probable que se coloquen tornillos, placas o incluso se extirpen fragmentos de hueso para garantizar la fijación y curación del mismo. Si la reducción no representa un peligro, también se aplicaría esta técnica para colocar el hueso cóndilo en su sitio.
Es difícil establecer un tiempo de recuperación apropiado si usted ha sufrido una fractura de cóndilo, pero con una buena rehabilitación, esto puede durar de tres a seis meses.
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