Pensar en el día de nuestra muerte puede perturbarnos, a pesar de ser un hecho inevitable y que tarde o temprano dará fin a ese viaje que es la vida. Sin embargo, hay personas a las que esta situación ineludible las paraliza, les crea una ansiedad incontrolable y afecta su desempeño diario.
La fobia a la muerte se denomina tanatofobia. Quienes sucumben a un miedo irracional a fallecer, y se preocupan de forma excesiva por su salud, sufren, se sienten desgraciados y desarrollan un trastorno mental que les impide llevar una vida funcional.
Aunque es natural sentir temor a morir, en los casos de tanatofobia un simple resfriado puede desencadenar ataques de pánico o crisis nerviosas. Cualquier dolor o malestar físico es considerado letal.
Las personas que padecen de tanatofobia también suelen presentar necrofobia, fobia a todo lo relacionado con la muerte (cadáveres, cementerios, funerales), por lo que evitan a toda costa verse envueltas en situaciones que impliquen un deceso, y se aterrorizan al no poder evadirlo.
Origen del miedo
Estudios indican que la tanatofobia afecta a un 2 por ciento de la población, generalmente a mujeres de clase media-alta, en edades comprendidas entre los 25 y 40 años. En la mayoría de los casos, el padecimiento es causado por un trauma sufrido durante la niñez.
Haber presenciado o vivido en carne propia una experiencia con la muerte, sin la preparación emocional adecuada para comprender la situación, pudo haberlos marcado. Por ejemplo, el fallecimiento de un ser querido, haber visto un cadáver o haberse rodeado de individuos que continuamente hablaban sobre la muerte.
Reflexionar obsesivamente sobre el tema también puede provocar tanatofobia. Es cierto que la muerte forma parte del ciclo de la vida, pero a muchos se les hace imposible aceptarlo, lo que genera negación, ansiedad y sufrimiento ante esa realidad.
La tanatofobia se alimenta entonces de sentimientos como el miedo a lo desconocido, a no tener el control, a no saber cómo será el final, a sentir dolor, a abandonar a los seres queridos y, especialmente, a dejar de existir.
Psicólogos explican que el temor es necesario como mecanismo de defensa, pues de otra manera continuamente nos pondríamos en riesgo si creyéramos que no existe la muerte, pero cuando ese miedo se torna incontrolable, produce una respuesta conflictiva.
Cuándo es una fobia
Para un individuo que sufre de tanatofobia, el temor a morir es tan intenso que afecta todas las áreas de su vida. Es una obsesión. Desde que se levanta hasta que se acuesta piensa en el tema y lo alimenta hasta el punto de sentir dificultad para respirar, náuseas o aumento de la frecuencia cardíaca. Eso genera un ciclo infinito, pues al desarrollar los síntomas propios de la fobia, piensa que está muriendo, por lo que aumenta la ansiedad e intensifica el ataque de pánico.
La tanatofobia suele ir acompañada de otros trastornos como la hipocondría, que es una fijación por encontrar síntomas y relacionarlos con enfermedades graves. Los pacientes viven una realidad distorsionada, están seguros de desarrollar una enfermedad que pondrá fin a sus días. Constantemente están pendientes de sus sensaciones físicas, lo que incrementa las dolencias que creen tener.
También surge la agorafobia (temor a los espacios públicos u abiertos), pues casi siempre los que padecen tanatofobia se encierran en lo que consideran un lugar seguro (normalmente sus casas), para evitar virus o peligros que atenten contra su vida.
Padecer de tanatofobia podría ser muy grave, pues los afectados suelen caer en una profunda depresión e inclusive llegar a suicidarse, por ello es imprescindible buscar ayuda psicológica de inmediato.
Superar el fantasma de la tanatofobia
Varios especialistas concuerdan en que la mejor forma de tratar una fobia es a través de la terapia cognitivo-conductual, la cual lleva al paciente a enfrentar sus temores y a la vez a descubrir cuál es la causa del trastorno.
De manera controlada y bajo su supervisión, el psicólogo expondrá al individuo con tanatofobia a lo que le teme. Esto se hará de forma gradual, desde lo más pequeño a lo más profundo. La técnica va acompañada de ejercicios de respiración e inclusive de medicamentos que disminuyan el nivel de angustia. Sin embargo, hay que destacar que los fármacos sin terapia no resuelven el problema.
Asistir a grupos de apoyo también supone una gran ayuda, pues conversar con personas que comparten los mismos temores y sentir que no se está solo, es beneficioso para el proceso curativo.
Para evitar caer en la tanatofobia u otros trastornos similares, es fundamental rodearnos siempre de gente optimista y positiva que sume y valore nuestras cualidades.
Igualmente, tenemos que hacer lo que sea posible para darle sentido a nuestra vida. Afianzarnos a nuestras creencias y compartirlas con seres que compartan nuestra misma forma de ver el mundo.
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