El síndrome de Reye es una enfermedad rara y muy delicada que provoca daños en el cerebro y en la función hepática. Estudios médicos han determinado que suele desarrollarse después de una gripe o de una enfermedad vírica como la varicela. También se le atribuye al consumo excesivo de aspirina (ácido acetilsalicílico), por lo que se ha reducido el suministro de este fármaco para el tratamiento de ciertas patologías virales.
La relación del síndrome de Reye con el uso de aspirina ha sido muy controversial. En 1980, en Estados Unidos, se suscitaron diversos casos de enfermos que efectivamente habían utilizado la medicina, pero en otros países, surgían diagnósticos de pequeños a los que nunca antes se les había dado este componente. Con el paso del tiempo y la disminución de las cifras de esta patología, diversos galenos han dicho que la detección temprana de ciertas enfermedades metabólicas ha contribuido mucho más con la desaparición del trastorno, que la misma ingesta de ácido acetilsalicílico.
Aunque el síndrome de Reye puede presentarse a cualquier edad, ha habido una gran incidencia en niños de entre 3 y 12 años, quienes corren el riesgo de morir si el trastorno no se descubre oportunamente. Uno de los síntomas más peligrosos que aqueja a los pacientes diagnosticados con síndrome de Reye, es la inflamación del cerebro y la descomposición de la grasa, lo que hace que esta se acumule en el hígado y en otros órganos, provocando severas complicaciones.
Síntomas del síndrome de reye
- El síndrome de Reye suele aparecer de forma repentina, siendo el vómito una de las primeras señales de la enfermedad. Esa expulsión de contenido gástrico es constante e incontrolable, aun cuando el individuo no haya consumido ningún tipo de bebida ni alimentos. Sin embargo, no todos los casos son iguales. Los bebés, por ejemplo, no demuestran indicios de emesis.
- En infantes menores de un año, se pueden evidenciar episodios de hiperventilación o de apnea, convulsiones, alteraciones metabólicas de los hidratos de carbono y de los aminoácidos, lípidos y electrolitos.
- Somnolencia aguda.
- Cambios de ánimo constantes, volviéndose agresivo e irritable.
- Presión intracraneal.
- Respiración rápida.
- Pérdida del conocimiento (hasta puede llegar a quedar en coma)
- Rigidez en brazos y piernas, imposibilitando a la persona a usarlos.
- Disminución de la capacidad auditiva.
- Dificultades en el habla.
Diagnóstico médico del Síndrome de Reye
El historial clínico de la persona y los síntomas que persistan una vez superada la infección viral, ayudarán a establecer más fácilmente el diagnóstico. No obstante, es preciso realizar una serie de exámenes de sangre, orina y heces, así como una biopsia de hígado (deben extraer una pequeña cantidad para ser analizado), una punción lumbar para estudiar una porción de líquido cefalorraquídeo de la médula espinal, y una resonancia magnética para descartar una posible inflamación en el cerebro.
Pese a todos estos análisis, el síndrome de Reye puede confundirse con meningitis, encefalitis, diabetes y sobredosis de estupefacientes.
Tratamiento temprano del Síndrome de Reye
Los métodos a emplear para sanar el síndrome de Reye dependerán del criterio clínico del especialista. No todos los casos son iguales y aparentemente no existe un tratamiento específico. Lo más importante para una completa recuperación, es vigilar la presión intracerebral, la gasometría arterial y el equilibrio ácido-básico (pH) de la sangre.
También es vital monitorear exhaustivamente la inflamación del cerebro y los daños que pudiese haber generado. Si se detectó a tiempo, pasada la hinchazón, la persona podrá recuperar su actividad normal.
Cuando se presenta el síndrome de Reye, los pacientes suelen ser recluidos en salas de cuidados intensivos, por lo que requieren de un respirador artificial, suministro de líquido con ciertos niveles de azúcar y sales, y una serie de medicamentos para ayudar a disminuir el absceso cerebral.
Lo ideal para la prevención del síndrome de Reye es permanecer atentos a la composición de los medicamentos que se ingieren.
¿De dónde viene el nombre?
En un hospital de Australia ingresaban niños con una rara enfermedad. Llegaban en estado de coma o con pérdida del conocimiento, pero nadie sabía de qué se trataba. La única información que circulaba era que semanas antes los pequeños habían sufrido de dolor de oídos, gripe o malestar en la garganta, y que dichas afecciones se agravaron tras el cuadro viral.
Entre los años 50 y 60, el Dr. Douglas Reye, practicó algunos exámenes a esos niños y fue quien descubrió que tenían el cerebro inflamado, el hígado descolorido y los riñones afectados, es decir, que se trataba de una enfermedad desconocida y de la cual no se conocía ni el nombre.
Fue un galeno de Carolina del Norte (Estados Unidos), George Johnson, quien en 1963 determinó que podía existir relación entre la enfermedad que su colega, el Dr. Reye, había detectado años atrás y lo que él veía en infantes que padecían o habían tenido gripe. De allí, que en un principio el trastorno se llamó síndrome Reye-Johnson, pero luego quedó solo en síndrome de Reye.
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