A nadie le gusta derramar lágrimas, a menos que sean de felicidad. Sin embargo, carecer de ellas puede ser doloroso y afectar nuestra salud. Esta es una de las características del síndrome de Sjögren.
El síndrome de Sjögren es un trastorno autoinmune que afecta a las glándulas exocrinas, encargadas de producir líquidos como las lágrimas, la saliva y las secreciones de la laringe, tráquea y vagina. Estos fluidos son necesarios para hidratar, lubricar y suavizar las mucosas, es decir los tejidos que están en contacto con el exterior, como la boca, los ojos y la nariz.
Cuando nos referimos a una condición autoinmunitaria quiere decir que por error el organismo ataca el tejido sano, como ocurre con el síndrome de Sjögren que destruye las mencionadas glándulas, causando resequedad en los ojos y la boca, principalmente.
Por qué ocurre el Síndrome de Sjögren
Científicamente aún no se han determinado las causas del síndrome de Sjögren, sólo se sabe que la mayoría de las personas que lo padecen son mujeres entre los 40 y 50 años, que no es usual en los niños y que suele aparecer en pacientes que sufren otras enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide y el lupus eritematoso sistémico.
Sin embargo, el síndrome de Sjögren no es tan raro como parece. Estudios médicos indican que afecta entre 0,5 y 3 personas de cada 100, pero la escasez de síntomas que conlleva y su difícil diagnóstico hace que exista un subregistro.
El trastorno no tiene cura y es catalogado como una enfermedad sistémica, lo que significa que además de los síntomas de sequedad, podrían verse dañados otros órganos del cuerpo como los pulmones y los riñones.
Síntomas del Síndrome de Sjögren
La falta de lubricación en los ojos causa síntomas como ardor, dolor, incomodidad, el paciente siente que tiene un objeto extraño en el ojo (como arenilla) y sensibilidad a la luz. Mientras que la ausencia de saliva hace que sea difícil tragar (sobre todo alimentos secos), se pierde el gusto, suelen haber problemas para hablar, la voz se enronquece, la poca saliva que tiene es espesa o en forma de hilos y la lengua suele estar agrietada. También aparecen úlceras bucales, se inflaman las encías y se generan problemas dentales como caries y debilidad.
Si el síndrome de Sjögren afecta otros órganos pueden presentarse señales como fatiga, fiebre, dolor o inflamación de las articulaciones, ganglios inflamados y cambios en el color de las manos o de los pies (con el frío se tornan blancas o azules).
Es importante destacar que la consecuencia más grave de padecer el síndrome de Sjögren es que los pacientes tienen un alto riesgo de desarrollar cáncer hematológico (linfoma), con una probabilidad de 10 a 30 veces mayor que en el resto de la población general.
Diagnóstico del síndrome de Sjögren
No hay un examen específico para diagnosticar el síndrome de Sjögren, por lo que los médicos especialistas tienen que analizar múltiples factores antes de dar con el trastorno. Evaluación de la historia clínica, los síntomas, evaluación física y pruebas de laboratorio serán tomados en cuenta.
Generalmente los pacientes acuden a la consulta de doctores especializados en un órgano en concreto como los oftalmólogos, odontólogos o ginecólogos, pero será un internista o reumatólogo quien podrá atar cabos para dar con el síndrome de Sjögren.
Entre los exámenes que se practican están el de anticuerpos antinucleares, factor reumatoideo, examen de Schirmer de la producción de lágrimas, biopsia de glándulas salivales y examen de los ojos.
Tratamiento
Como el síndrome de Sjögren es crónico y no tiene cura el tratamiento está enfocado en aliviar la sintomatología.
Farmacológicamente hay una gran variedad de sustitutos de la saliva y lágrimas artificiales que contribuyen en aliviar y disminuir la sequedad oral y ocular. Por ejemplo, para los ojos se encuentran ungüentos lubricantes o ciclosporina líquida.
Un médico también podría ayudar al paciente con síndrome de Sjögren colocándole tapones muy pequeños en los conductos de drenaje de las lágrimas para hacer que estas se queden sobre la superficie del ojo.
Los fármacos antirreumáticos, parecidos a lo que se usan en la artritis reumatoidea pueden mejorar los síntomas del síndrome de Sjögren.
En cuanto a la resequedad bucal expertos recomiendan tomar sorbos de agua a durante todo el día, masticar goma de mascar sin azúcar (pues hay propensión a las caries) y tener cuidado con ingerir medicamentos que agraven la afección como los antihistamínicos y los descongestionantes.
Si lo padece, además de una consulta periódica con el especialista, es necesario acudir al odontólogo de forma regular para que le realice chequeos y limpiezas.
A menudo no es mortal y el pronóstico depende de qué otras enfermedades tenga el paciente. El síndrome de Sjögren no suele estar asociado a un rápido deterioro de los síntomas o a cambios bruscos en su desarrollo a lo largo del tiempo.
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