¿Alguna vez ha sentido una presión inexplicable en los oídos? ¿Un zumbido o una extraña presión? Peor aún ¿Ha sufrido ataques repentinos de vértigo o pérdida de la audición? Esos males son atribuidos a una rara afección denominada enfermedad de Menière.
Esta patología fue descubierta por el médico francés Prosper Menière, en el año 1861. Para entonces la describió como un trastorno del oído interno que aparece por los cambios en el volumen de líquido endolinfático en una parte del cuerpo conocida como laberinto membranoso, la cual tiende a dilatarse provocando una condición llamada edema endolinfático, asociada a la enfermedad de Menière.
Con el paso del tiempo y la realización de diversos estudios clínicos, se ha determinado que los traumatismos craneales también influyen en el desarrollo de esta condición. Precisamente fue ese el caso de la actriz y cantante estadounidense Kristin Chenoweth, quien en 2012 sufrió un grave accidente durante la grabación de la serie televisiva The Good Wife, cuando un equipo de luces cayó sobre su cabeza, produciéndole una fractura de cráneo, y lesiones en el cuello, costillas y cadera.
La polifacética Chenoweth pasó varios meses alejada de los medios y durante su recuperación, comenzó a compartir información acerca de la enfermedad de Menière en sus redes sociales. Admitió padecerla y reconoció lo molesto de presentar vértigos, pérdida de audición y presión en el oído, síntomas muy frecuentes en esta afección.
A pesar de que no existen investigaciones formales que lo demuestren, algunos médicos indican que el consumo de alcohol, el uso indebido de algunos medicamentos, las alergias, el tabaquismo, el estrés, las enfermedades virales y los antecedentes familiares, también pueden estar vinculados con la enfermedad de Menière.
¿Qué efectos produce?
Para diagnosticar la enfermedad de Menière, el doctor Prosper Menière se basó en la observación de pacientes que sufrían ataques de desvanecimiento, asociados con la pérdida de audición. Aun así, llegó a la conclusión de que los síntomas son impredecibles.
Esta patología tiende a afectar a personas entre 30 y 40 años, quienes empiezan a manifestar ataques de zumbidos, sordera, vahídos y presión en uno o ambos oídos. Los episodios de vértigo suelen ser frecuentes en los primeros años y tienden a mitigarse con el paso del tiempo. Es probable que en los 24 meses posteriores al diagnóstico duren entre 20 y 120 minutos, y se acompañen de mareos que suelen mantenerse durante seis horas. Lo importante en estos casos es realizar una detección temprana para prescribir los medicamentos necesarios para contrarrestar la intensidad y periodicidad de estos síntomas.
Aunque los malestares son los mismos en todas las circunstancias, se presentan de manera distinta en cada paciente. Algunos llegan a sentir leves ataques de vértigo pocas veces al año, y otros sufren zumbidos incontrolables durante el sueño. También hay individuos que reflejan pérdida auditiva y desequilibrio durante todo el día y por largos períodos, un signo que puede empeorar con el tiempo y con la falta de tratamiento. Otras dolencias menos frecuentes de la enfermedad de Ménière son migraña, diarrea y distorsión de la imagen. Varias personas dicen percibir figuras parecidas a las plasmadas por el famoso pintor Vicent Van Gogh en muchos de sus cuadros. Distintas publicaciones han relacionado esta enfermedad con el célebre artista.
Diagnostico e incidencia
La enfermedad de Menière es una de las más complicadas de determinar, puesto que varios de sus síntomas se presentan en otro tipo de padecimientos. El diagnostico se efectúa principalmente mediante la observación, la revisión del historial clínico del afectado y la realización de pruebas de audición y equilibrio. También se suelen indicar estudios más especializados como Electrococleografía (ECOG), Electronistagmografía, Videonistagmografía (VNG) o Resonancia magnética de la cabeza.
Al parecer, cada año se realizan unos 100 mil diagnósticos de la enfermedad de Menière, todos ellos provocados por el aumento de los niveles de endolinfa, asociado por la mala circulación sanguínea, malformaciones congénitas del oído interno y/o sífilis.
¿Cómo se trata
la enfermedad de Menière?
El 80% de los pacientes de la enfermedad de Menière pueden aliviarse con tratamiento médico convencional, sin la necesidad de ser intervenidos quirúrgicamente. El proceso suele iniciar con una dieta baja en sal y la administración de fármacos vasodilatadores y diuréticos, que ayudan a reducir el volumen de líquido que se acumula en el oído interno. Igualmente se recetan medicamentos para mitigar la sensación de mareo y náuseas.
Los especialistas recomiendan mantener un estilo de vida saludable que implique la realización de ejercicios, el descanso y la disminución del consumo de cafeína y alcohol.
Solo en casos puntuales se opta por las cirugías. De ser así, se corta el nervio vestibular, lo cual ayuda a controlar el vértigo, sin llegar a afectar la audición. En otras situaciones se procede a retirar parte del oído interno (laberintectomía) para disminuir los mareos, pero se corre el riesgo de producir sordera total.
A pesar de que la enfermedad de Menière puede parecer una afección simple, sin graves complicaciones físicas, quienes la padecen desarrollan ansiedad y depresión por miedo a que se repitan los vértigos. Y más allá de los regímenes alimenticios y medicamentos para tratar la condición, hay pacientes que requieren de ayuda psicológica.
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