Ablación es un término utilizado para referirse a la extirpación de los órganos y tejidos de un individuo que ha fallecido, con la intención de trasplantarlos a otra persona. Este procedimiento sólo puede llevarse a cabo según procedimientos oficiales. Los órganos, por ejemplo, deben ser conservados en envases indicados para tal fin, a baja temperatura, en condiciones de esterilidad y con líquidos especiales de preservación.
Ablación es un vocablo cuyo origen deriva del latín “ablatio”. Traduce el resultado de hacer un corte, realizar una separación o remover algo. Es mencionado en otros campos muy lejanos a la medicina.
En la geología, por ejemplo, se conoce como ablación al tipo de erosión que experimenta un relieve, debido a la potencia de ciertos procesos físicos o químicos (ablación continental). Por otro lado, existe también la ablación glaciar, caracterizada por mostrar la pérdida de masa de los glaciares, a causa de uniones, sublimaciones o quiebres de un iceberg.
Ablación cardiaca
Entre los diversos procedimientos que incluyen el término “ablación” se cuenta la ablación cardiaca. Esta intervención es utilizada para crear cicatrices en diminutos espacios del corazón, que pueden estar provocando una alteración en el ritmo cardiaco. Representa una forma eficaz de evitar señales eléctricas anormales.
Cuando se lleva a cabo esta cirugía, se colocan pequeños alambres conocidos como electrodos, dentro del corazón. Éstos son capaces de medir la actividad eléctrica del mismo, y una vez identificado el origen del problema, el tejido causante es destruido.
En la actualidad, existen dos métodos indicados para realizar de forma adecuada una ablación cardíaca:
- La ablación por radiofrecuencia, que usa energía térmica para eliminar la zona que genera irregularidades.
- La crioablación, que requiere de temperaturas muy bajas para lograr el mismo cometido del procedimiento anterior.
Elegir el tipo de ablación que el paciente necesita, dependerá de la deficiencia cardíaca que manifieste. Ambos métodos se efectúan en un centro de salud, que cuente con el equipo médico y el personal entrenado para tal fin, es decir, cardiólogos, técnicos y enfermeras. Un escenario seguro y controlado, permitirá prever y evitar de manera eficaz cualquier riesgo, por muy bajo que sea.
Ablación, Tradición y terror
Existe una costumbre ancestral, muy practicada en el continente africano, que arrastra consigo considerables daños al género femenino. Este procedimiento se conoce como ablación del clítoris, aunque también se ha popularizado como mutilación genital femenina. Se aplica de forma absoluta o parcial en niñas no mayores de siete años.
Esta intervención resulta excesivamente dolorosa para las pequeñas y su supuesto objetivo es mantener una costumbre, gravemente dañina, para salvaguardar a las mujeres de una vida promiscua.
La modalidad más extrema de la mutilación genital femenina se conoce como circuncisión faraónica o infibulación. Consiste en la extracción completa del clítoris y labios, tanto menores como mayores, además de un cocido posterior en ambos costados de la vulva, utilizando alambre, hilo de pescar o pegamento artesanal que preparan de forma casera.
Tan sólo se le deja a la infante un diminuto orificio para no obstruir la orina ni la sangre de la menstruación. Una vez que termina la tortuosa operación, se juntan ambas piernas de la pequeña y son amarradas con sogas, que representan una forma de preservar su virginidad y una cicatrización optima.
Sin embargo, el dolor de estas niñas-mujeres no termina ese nefasto día. Unos años más tarde, cuando están listas para contraer matrimonio, con un hombre que, por lo general, es escogido por sus tutores o padres, vuelven a enfrentarse a otro episodio de dolor agudo, cuando una partera debe abrir el orificio nuevamente para que se pueda consumar el coito o acto sexual.
Riesgos de la ablación femenina
Un sinnúmero de consecuencias dañinas devienen de la ablación o mutilación femenina. Entre algunas se pueden mencionar: infecciones graves, mala cicatrización, formación de quistes e incremento en la susceptibilidad de contraer SIDA. La más grave de todas: la posible muerte de la victima por colapso hemorrágico o neurológico.
El deterioro psicológico es, probablemente, la mayor marca que deja este acto en la vida de quienes lo han sufrido. Lamentablemente, es algo que no se puede percibir desde afuera, pues el estado de shock causado por el dolor intenso, provoca un trauma mental severo, adicional del extremo agotamiento por los gritos incesantes.
Numerosas organizaciones en el mundo han alzado su voz en contra de este procedimiento, que es considerado como un atropello a la libertad y a la naturaleza de las mujeres, especialmente por sus terribles consecuencias.
Aunque en muchos casos puede terminar con la vida de la víctima, quienes sobreviven son condenadas a graves padecimientos posteriores y a menstruaciones sumamente dolorosas. Todo ello, en nombre de una religión o creencia, sin tener oportunidad de elegir.
En la actualidad, se llevan a cabo charlas para instruir a la población sobre esta práctica en zonas sensibles. Inclusive, cada 6 de febrero se conmemora el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, cuando decenas de países aprovechan para insistir en la necesidad de su eliminación.
Números
Las cifras son alarmantes. Según datos de la Organización Mundial de la Salud y la Cruz Roja Española, unas 200 millones de mujeres y niñas en el mundo han sido sometidas a esta técnica tan atroz, y se estima que otras 30 puedan serlo en los próximos 10 años.
Solo en Mali, la prevalencia de casos es de 91%. Le siguen Nigeria, Costa de Marfil, Burkina Faso y Senegal, pero no son los únicos.
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