La asociación con eventos traumáticos del pasado es uno de los principales detonantes de las fobias, y aquí no hay excepciones. El temor hacia los hombres o Androfobia, está vinculado con pensamientos y recuerdos negativos de hechos que han perjudicado la integridad física o emocional de una persona. Se cuentan el abuso sexual, la violencia doméstica, la ausencia paterna y la mala convivencia. No obstante, no hace falta haber sido víctima de estos u otros malos acontecimientos, para que pueda desarrollarse.
Cuando se es observador directo, también pueden surgir indicios de este trastorno cuya aparición se ha asociado además con problemas mentales, factores culturales, genética y predisposiciones externas. Si creces oyendo que los hombres son perversos, o ves a tu madre esquivar los golpes de tu padre, es probable que empieces a creer que algún día te pasará lo mismo, e irás acumulando tensiones que tal vez, en un futuro, induzcan a un diagnostico de Androfobia.
La mayoría de los pacientes se sitúan entre los 18 y 40 años de edad. Muchos llegan a comprender que sus temores son ilógicos y descabellados, pero a pesar de ello les cuesta controlarlos. Pocas veces se atreven a compartir sus experiencias o a reconocer sus angustias, pero constantemente evitan exponerse a situaciones que puedan exteriorizar su pánico, aunque eso implique desestimar cualquier contacto con individuos del sexo masculino, ya sea amistad o encuentros amorosos.
Con el tiempo su calidad de vida se irá desintegrando y, poco a poco, verán morir sus posibilidades de escalar posiciones en el trabajo, por ejemplo, o de establecer vínculos afectivos con personas ajenas a su entorno cercano. Las emociones se resquebrajarán y la fobia social aparecerá, dando cabida a malos hábitos como drogodependencia o alcoholismo.
Aunque algunos llegan a casarse, la mayoría de los afectados con Androfobia prefieren la soledad y la soltería; una decisión que puede resultar altamente perjudicial. Si bien es cierto que la disposición de entablar o no una relación de pareja es algo muy personal, se debe impedir que el individuo use la soledad como vía de escape para sus inquietudes. En esos momentos es cuando más comprensión, cariño y acompañamiento necesita. No hay que olvidar que un severo cuadro de depresión, por el motivo que sea, puede propiciar intentos suicidas. No se trata de alarmar, sino de entender que existen traumas que sencillamente no se deben subestimar.
Síntomas de la androfobia
Las señales pueden ir apareciendo progresivamente y su intensidad dependerá de la complejidad del caso. Los síntomas suelen ser angustia, afecciones respiratorias, aceleración del ritmo cardíaco, sudoración, náuseas, resequedad en los labios, escalofríos, enrojecimiento, dificultad para hablar y explosión de llanto.
En la Androfobia también pueden experimentarse diálogos internos negativos, sucesión de imágenes mentales asociadas con episodios de fracaso, abandono, engaño, maltrato o rechazo, tensión muscular, mareos, inapetencia, inseguridad, vergüenza, depresión y agresividad.
Tratamiento de la Androfobia
Como en toda condición médica es necesario realizar un diagnóstico y una evaluación exhaustiva del paciente para establecer el tratamiento más apropiado según sus características y requerimientos. Las generalidades no funcionan, y menos cuando se ve comprometida la salud física y emocional de la persona.
Detectar la causa de la Androfobia también será determinante para la selección de la técnica a emplear. Cuando hay abusos o maltratos de por medio, la situación tiende a ser más delicada porque dejan secuelas psicológicas que pueden ser más difíciles de borrar.
Los procedimientos son vigilados por terapeutas, psiquiatras o psicólogos, quienes aplican una combinación de terapias cognitivas y conductuales, fármacos, ejercicios y estrategias de relajación que ayuden a superar los miedos y a mitigar los síntomas orgánicos de la Androfobia. Asimismo, puede haber indicación de hipnoterapia, psicoterapia o programación neuro-lingüística, según las necesidades de cada quien.
La inteligencia emocional como aliada del tratamiento
Las terapias grupales de crecimiento personal, lideradas por especialistas en conducta humana, también han ganado terreno en el tratamiento de la Androfobia. Hombres y mujeres aprenden a utilizar la inteligencia emocional para controlar sus miedos y ansiedades. El éxito de este tipo de procedimiento radica, entre otras cosas, en las herramientas que ofrece al paciente para desarrollar su autoconfianza y su capacidad de reconocimiento, comprensión y aceptación. En el proceso, se familiariza con sus debilidades e impulsos, y logra enfrentarlos sana y equilibradamente.
Como si fuera poco, la inteligencia emocional mejora las relaciones interpersonales del paciente y favorece los procesos metabólicos de algunos fármacos, disminuyendo a su vez efectos emocionales como la rabia, el estrés y la frustración, que suelen aparecer en buena parte de los casos de Androfobia.
Trastornos similares
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