Sexo. Para algunos un placer y para otros una necesidad. Los beneficios que aporta a la salud son innumerables: Fortalece el sistema inmunológico, disminuye la presión arterial, mejora la elasticidad, protege contra el cáncer de próstata, reduce el estrés, fomenta la pérdida de peso, promueve la relajación y pare usted contar. Pero ¡Atención! En el sexo no todo es goce y felicidad. Las relaciones íntimas esconden un lado oscuro en el que se resguardan las enfermedades de transmisión, siendo la clamidia una de las más comunes en todo el mundo.
Se dice que unas 50 millones de personas contraen clamidia tras un encuentro sexual. Los síntomas no son el mayor problema, ya que sólo provoca dolor al orinar y secreción de flujo por los genitales, pero sí las consecuencias. Una clamidia mal tratada o no diagnosticada oportunamente, puede causar daños tanto en el hombre como en la mujer. En ellas suele haber inflamación pélvica, infertilidad, embarazos extrauterinos, molestias durante el acto y sangrado. En ellos, infecciones uretrales, hinchazón y dolor en los testículos. Pero la historia no acaba allí. Cuando hay clamidia aumentan las posibilidades de contraer patologías más severas como gonorrea y Sida.
Si la clamidia llegase a presentarse durante la gestación, también los niños pueden verse afectados. La mayoría desarrolla infecciones oculares, neumonía y fiebre, incluso pueden llegar a nacer prematuros, con complicaciones respiratorias.
Los jóvenes son más propensos
La clamidia afecta mayormente a jóvenes de 15 a 24 años de edad, principalmente si son primerizos, comparten múltiples parejas, practican sexo anal regularmente o difieren del uso de condones. Esta enfermedad puede repetirse cuantas veces sea contraída la bacteria, y no dejará de transmitirse hasta que no sea desalojada del organismo. Las adolescentes están más expuestas porque su útero no se ha desarrollado completamente.
Lo más importante es la prevención y la buena comunicación entre la pareja. Cualquier síntoma anormal debe plantearse y someterse a estudio con ayuda de un especialista. De nada vale la vergüenza cuando se trata de este tipo de enfermedades que comprometen la salud de otras personas. En el sexo debe predominar la responsabilidad. Un examen ginecológico anual en el caso de las damas y urológico en el de los caballeros, podría hacer la diferencia entre una vida sana y otra llena de complicaciones.
¿Cómo se diagnostica la Clamidia?
Para detectar la clamidia se realizan exámenes de orina o se extraen muestras del pene y la cérvix, dependiendo del criterio clínico de cada médico. Con síntomas o no, es recomendable que toda fémina sexualmente activa se someta a este tipo de estudios al menos una vez cada 24 meses. Ellas son más propensas a contraer infecciones debido a los constantes cambios en el equilibrio natural de la vagina, los cuales contribuyen a la proliferación de hongos, bacterias y parásitos que, aunque no guarden relación con la clamidia, pueden ser contagiosos y causar otro tipo de problemas. Dichas infecciones suelen ocurrir con más periodicidad durante el embarazo y ante la presencia de ciertas condiciones orgánicas como la diabetes, ya que la glucosa se extiende hasta las secreciones vaginales, alimentando a los hongos que aparecen por la humedad, el abuso de higiene, la utilización de toallitas diarias, el uso de pantis de lycra o de ropa ajustada, entre otros tantos factores.
Tratamiento de la clamidia
Los antibióticos son el recurso más favorable para erradicar la clamidia. Se pueden indicar una o varias dosis durante una semana, según la complejidad de la situación y la intensidad de los síntomas. Hembras y varones por igual deben ingerir los fármacos, independientemente de que uno de los dos no manifieste sintomatología. Las infecciones genitales son cosa de dos y como tal deben tratarse. Muchos diagnósticos de clamidia incluyen también gonorrea, una infección provocada por la bacteria Neisseria gonorrhoeae, que se propaga por contacto con la boca, la vagina, el pene o el ano. En esas circunstancias, es necesario prestar más atención al método empleado para atacar los agentes transmisores, y descartar afecciones asociadas como hepatitis, sífilis, herpes y/o VIH.
Durante el tratamiento es fundamental suspender las relaciones sexuales. De lo contrario no habrá mejoría. Las medicinas deben ingerirse al pie de la letra para evitar que las bacterias se vuelvan inmunes a los antibióticos. Aunque haya buenos resultados, es vital repetir las evaluaciones a los tres meses de haber concluido la toma, pues la clamidia es una enfermedad reincidente y, por lo general, asintomática que, como hemos dicho, puede aparecer cada vez que la bacteria entre al organismo.
La única forma de reducir los casos de clamidia, es entendiendo que para disfrutar de la sexualidad plena se debe usar condones, limitar los encuentros íntimos a una sola pareja y practicar exámenes de rutina. Ningún placer, por bueno que sea, justifica poner en riesgo nuestra salud ni la de nuestros compañeros. En estos tiempos debemos ser más precavidos.
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