Que en una red social como Facebook se creen grupos de “Odio a los payasos”, es una señal de que no todo en ellos es diversión y simpatía. Para ti puede que sea irrelevante, pero quienes padecen de coulrofobia, entienden el por qué de esas iniciativas. Aunque cueste creerlo, el miedo a los payasos es muy común. Se ha propagado sin respetar sexo, raza, ni condición, y aunque suele manifestarse a los dos años de vida, no hay límite de edad para desarrollar esta fobia que, como otras, puede provocar síntomas desagradables si no logra controlarse.
La palabra coulrofobia proviene del prefijo coulro, posible neologismo del término griego κωλοβαθριστής (kōlobathristēs) que significa “zanco-caminante”. Detrás de ese juego de palabras se esconden rasgos de algunas culturas que se valían del arte de los payasos y bufones para saciar su sed de entretenimiento, pero también figuran episodios trágicos que han marcado la historia del “oficio”.
A mediados del siglo XIX, se mencionó el presunto deceso accidental de un niño en Francia (1836), a manos del célebre mimo Jean-Gaspard Deburau que, cansado de sus burlas, le dio un bastonazo en la cabeza que lo dejó sin aliento. Para entonces, los payasos eran aclamados en el teatro, pero tras el incidente, sus espectáculos se relegaron a los escenarios de circo. Y aunque resulte difícil de comprobar, en ese suceso podría haber respuestas sobre la proliferación de casos de esta fobia que, de cierta forma, ha llevado a discusión la verdadera esencia de estos personajes.
Causas de la Coulrofobia
Si creciste disfrutando del show de Clarabelle, Howdy Dooby o Bozo, es posible que no tengas nada malo que decir acerca de los payasos. Al contrario, probablemente habrás experimentado saludables cambios de humor por tus recurrentes ataques de risa (control de estrés, relajación, tranquilidad, felicidad). Sin embargo, hay personas que asocian a estos personajes con experiencias personales negativas, y es allí donde recae la principal causa de la coulrofobia. La primera vez que el actor Robert Pattinson fue al circo, por ejemplo, uno de los payasos murió tras la explosión de su carro, un shock emocional que desencadenó una fobia que hasta hoy reconoce en sus constantes entrevistas.
La coulrofobia también se asocia con la imagen y personalidad exagerada que se les ha dado a los payasos. Daniel Radcliffe y Johnny Depp, por ejemplo, han dicho que le temen a su maquillaje, cabellera y sonrisa falsa, características que han sido aprovechadas por la industria del cine para escudar a varios de los asesinos y psicópatas que protagonizan sus películas de terror. Ese imaginario creado por los medios es, según los especialistas, otro posible desencadenante de esta patología conductual. ¿Y cómo no?, hasta el más valiente podría aterrorizarse con el payaso de juguete que cobra vida en el filme Poltergeist (1982) o el demonio que en cuerpo de payaso ataca a los niños en “Eso” (1986), la famosa cinta de Stephen King.
A eso se le suman una serie de acontecimientos reales que, de cierta manera, han debilitado esa imagen entusiasta y juguetona de algunos payasos. Relevante fue la historia de John Wayne Gacy (el Payaso Pogo), que fue ejecutado en 1994 por haber violado y asesinado a 33 jóvenes en Chicago. Durante años se presentó en Estados Unidos y dejó de ser una persona querida por el público, para convertirse en el “Payaso asesino”.
SÍNTOMAS de la Coulrofobia
El miedo es la primera reacción. Dependiendo de la complejidad del caso, ese temor se puede convertir en pánico y desencadenar síntomas físicos y emocionales que desequilibran a la persona: ansiedad, temblor, dificultad para respirar, actividad cardíaca irregular, sudoración, desesperación, angustia y llanto.
Tratamiento de la Coulrofobia
Aunque hasta ahora no hay evidencias sobre una cura total para la coulrofobia, sí existen técnicas para controlarla. El diagnóstico y seguimiento psicológico debe ser el primer paso. A partir de allí, se irán aplicando estrategias que ayudarán a enfrentar los episodios de espanto. Una de las terapias más empleadas es la Desensibilización Sistemática, de Joseph Wolpe; un entrenamiento de relajación y exposición a estímulos que provocan ansiedad, para aprender a dominarla. Existen variaciones en el suministro del procedimiento: auto-exposición, exposición asistida, exposición de grupo y exposición con prevención de respuesta. En cada fase, el especialista irá enfrentando al paciente con situaciones reales o imaginarias asociadas con sus miedos (videos, imágenes, palabras, disfraces, personajes), para que consiga familiarizarse e insensibilizarse ante ellos. A la par del tratamiento, el individuo debe aprender a relajar los músculos y a manejar su respiración en los momentos de angustia. Sólo así, podrá aportar un granito de arena en su proceso de mejoría.
Las terapias cognitivas también suelen ser provechosas porque cambian patrones de pensamiento negativo. En ocasiones se combinan con antidepresivos, ansiolíticos o tranquilizantes que disminuyen las reacciones y síntomas de la coulrofobia. Lo importante aquí es ser precavido y buscar la ayuda de personal médico capacitado. Es bien sabido que lo que funciona para algunos, no siempre es efectivo para otros. Y hasta tanto no se inicie un tratamiento, lo mejor será evitar fiestas o eventos donde haya payasos involucrados, especialmente si son niños los afectados.
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