Al hablar de disfagia no estamos haciendo referencia a una enfermedad en particular. La disfagia es un conjunto de síntomas que manifiestan una dificultad o una incapacidad para deglutir – tragar – los alimentos, y esta incapacidad podría ser el producto de otras dolencias o enfermedades.
¿Cómo se presenta la disfagia?
El proceso de deglución podríamos resumirlo en cuatro etapas bien definidas:
1) Esta primera etapa es la que se lleva a cabo en la boca. Aquí los alimentos entran en contacto con la saliva, cuya producción es estimulada por nuestros sentidos – la vista, el olfato, el gusto – todo el sistema de masticación, junto a la saliva trituran los alimentos y los convierten en un bolo blando. Este proceso en la deglución es voluntario.
2) Una vez que se ha producido este bolo blando, la lengua interviene enviando el bolo hacia atrás y es cuando un realiza el acto de tragar. Aquí el bolo ingresa a la faringe. Este proceso es voluntario, también.
3) Cuando el bolo ingresa a la faringe, el proceso de deglución se convierte en automático. Los caminos que puedan conducir hacia las vías respiratorias se cierran, para permitir el paso de los alimentos.
4) En esta última etapa del proceso de deglución, el bolo ingresa al esófago, que, con sus paredes musculares, va empujando el alimento, de manera mecánica, hacia el estómago.
Cuando se presentan las dificultades al tragar, es decir, que aparecen los síntomas de disfagia, es importante identificar en cuál o cuáles etapas del proceso de deglución, se presentan estas dificultades.
Cuando la disfagia se produce en las dos primeras etapas, estamos hablando de una disfagia orofaríngea, y si los síntomas aparecen en las dos etapas siguientes – donde, como dijimos, el proceso de deglución es automático – estamos hablando de una disfagia esofágica.
Los síntomas de una disfagia
Como ya lo hemos señalado, la disfagia se presente con síntomas que afectan el proceso de deglución. El más común de todos es la dolor o molestia al tragar los alimentos. Pero también puede presentarse con un rechazo de movimiento muscular de la lengua a enviar los alimentos hacia atrás, el bolo no se puede tragar. Otro síntoma es la necesidad de convertir cada bocado en una sucesión de etapas para poder tragarlo.
También pueden aparecer otros síntomas que pueden indicar la presencia de disfagia, como, por ejemplo, el babeo permanente o acumulación de saliva en los labios, presencia permanente de restos de alimentos en la boca. Estos síntomas, aunque no aparezcan como dificultades al tragar, pueden estar alertándonos de la presencia de una posible disfagia.
¿A quiénes afecta la disfagia?
Al no ser una enfermedad en sí misma, la disfagia como conjunto de síntomas, aparece en distintas enfermedades cuya afección pueda estar relacionada con el proceso de deglución de los alimentos.
El 45% de los ancianos sufre de disfagia, porcentaje que se eleva al 65% en aquellos casos de personas mayores que viven en geriátricos, clínicas y hogares para ancianos. Esto tiene que ver con la pérdida de la dentición, debilitamiento muscular y una menor producción de saliva.
Un porcentaje importantes – se calcula el 30% – de quienes han sufrido un accidente cerebro-vascular, sufren algunos síntomas de la disfagia. Esto como producto de la afectación de nervios y músculos y el daño a la función cognitiva/cerebral.
Es común ver síntomas de disfagia en aquellas personas que sufren Parkinson, Alzhéimer o con enfermedad en la neurona motora. Estas enfermedades provocan daños en las funciones musculares y nerviosas y en la actividad cognitiva/cerebral, lo que conlleva a posibles síntomas de disfagia.
Las personas con infecciones o desgarros musculares en cualquiera de las etapas de la deglución, sufren algún tipo de trastorno al tragar.
El momento del diagnóstico
El primero en detectar algún tipo de dificultad al tragar, en cualquiera de sus etapas, es el propio paciente. Por lo tanto, tomar conciencia de estos síntomas y no ocultarlos, es el primer paso hacia un correcto diagnóstico. Recodemos que la disfagia nos está indicando la presencia de otras enfermedades, que están manifestándose a partir del proceso de tragado.
Los médicos pueden, a través de un laringoscopio, detectar los síntomas que se presentan en las dos primeras etapas de la deglución. Mientras que el procedimiento más utilizado para estudiar síntomas de disfagia esofágica, es mediante una endoscopía.
Tratamiento de la disfagia
Si bien lo más importante a tratar son las enfermedades que pueden conducir a una disfagia. Tratar, en específico, este conjunto de síntomas es de suma importancia. La disfagia puede conducir a malnutrición, anemias, deshidratación, etc.
Podemos agrupar los tratamientos en cuatro grandes grupos:
Modificación de la alimentación. Una dieta que evite los picantes, los alimentos sumamente ácidos o los muy dulces ayudan a una correcta deglución. Una correcta presentación de los alimentos para mejorar el apetito. Cambiar la textura de los alimentos. Si son demasiado líquidos, espesarlos y si son demasiado sólidos, triturarlos.
Modificación de la deglución. Lo más importante es llevarse, a la boca, trozos adecuados de alimentos. No apurar el proceso de masticación. Disponer de líquidos que ayuden a la poca producción de saliva. Comer en un ambiente adecuado, tranquilo, sin apuros.
Modificación física. Algunos cambios de hábitos en cuestiones relacionadas con nuestras posturas físicas, pueden ser importantes a la hora de tratar la disfagia. Por ejemplo, la correcta postura al sentarse a ingerir los alimentos. Realizar ejercicios para fortalecer músculos de la boca y la lengua. Evitar acostarse inmediatamente después de alguna comida – se recomienda dejar transcurrir 3 horas antes de hacerlo. El correcto uso y funcionamiento de dentaduras postizas y prótesis dentales.
Cirugía o modificaciones en la prescripción médica. Son muy pocos los casos donde la disfagia puede ser aliviada o tratada mediante cirugía. En cambio, sí es importante prestar atención a que ciertos síntomas de disfagia puedan estar asociados a los efectos de medicamentos para el tratamiento de otras dolencias. En este caso, el profesional, deberá indicar cuál es la vía más adecuada.
Para finalizar, el acompañamiento familiar es un pilar para ayudar a aquellos pacientes que sufren de disfagia. La comprensión y el apoyo al momento de alimentarse es fundamental, lo mismo ocurre con el acompañamiento en las dietas y tipo de alimentos.
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