El ser humano está constantemente expuesto a factores endógenos y exógenos que causan estrés. Para contrarrestar su acción, se activan una serie de procesos bioquímicos y hormonales que mantienen al organismo sano y equilibrado. Dos de esas hormonas son el cortisol y la aldosterona, secretadas por las glándulas suprarrenales, ubicadas en la parte superior de los riñones. Sin embargo, ciertas dificultades en el sistema inmune pueden impedir que dichas glándulas produzcan suficientes hormonas, favoreciendo el desarrollo de la Enfermedad de Addison, asociada con la presencia o posterior aparición de patologías tiroideas, ováricas y dermatológicas, así como micosis, hemorragias y VIH.
La Enfermedad de Addison es poco frecuente, de hecho solo afecta a dos de cada 10.000 individuos, pero la falta de un tratamiento adecuado y oportuno puede generar consecuencias fatales. Se produce en un 75% de los casos por deficiencias o fallas de la glándula suprarrenal autoinmunitaria, que puede resultar de un hecho aislado o estar vinculada con afecciones autoinmunitarias de otras glándulas endocrinas. Puede producirse además por acción de las bacterias causantes de la tuberculosis, por trastornos vasculares de la glándula suprarrenal, metástasis, infecciones por citomegalovirus o criptococo y problemas metabólicos como hemocromatosis, amiloidosis y adrenoleucodistrofia. También influye la utilización excesiva de esteroides, la ingesta de medicamentos utilizados para contrarrestar infecciones por hongos y las reacciones inmunes.
Sin señales claras
Los síntomas de la Enfermedad de Addison se consideran inespecíficos ya que pueden aparecer como manifestaciones de otras patologías, pero la presencia del mayor número de ellos y su correlación con los exámenes de laboratorio, puede facilitar el diagnóstico. Al realizar las pruebas respectivas, los hallazgos pueden incluir hipotensión arterial, hipoglucemia, hiponatremia, hiperkalemia y anemia. La analítica sanguínea puede arrojar niveles bajos de glucosa y de sodio, niveles altos de potasio y deficiencia de andrógenos, particularmente en las mujeres.
Quienes padecen la Enfermedad de Addison manifiestan sentir fatiga, cansancio o decaimiento, poco apetito; lo que ocasiona una sostenida y marcada pérdida de peso, artralgia generalizada, dolor abdominal acompañado de nauseas, fiebre y una repentina necesidad de consumir agua en abundancia. Asimismo, reflejan machas azul oscuro en las encías y en el interior de las mejillas e hiperpigmentaciones pardas o marrón intenso en rostro, escote, axilas e ingle.
Cuando hay crisis puede presentarse vómitos, diarrea, deshidratación, pérdida del conocimiento, presión sanguínea baja, inconvenientes para hablar, movimientos aletargados o debilidad muscular grave y convulsiones.
Diagnostico de la Enfermedad de Addison
Ante la sospecha de la Enfermedad de Addison, el médico tratante deberá indicar la realización de la prueba corta de cosintropina, considerada importante por su alto valor diagnostico y predictivo; la cual consiste en la administración de hormona adrenocorticotropica (ACTH), y posterior evaluación de la concentración de cortisol a los 30 y 60 minutos. Índices de <500-550 nmol/L (18-20 μg/100 ml) son sugestivos de insuficiencia suprarrenal.
Otro estudio a tener en cuenta para detectar la Enfermedad de Addison es la prueba de tolerancia a la insulina (ITT). En este caso se inducen valores de hipoglucemia al paciente tras la administración endovenosa de 0,1 unidades de insulina por kilogramo de peso. De esta manera se está estimulando la liberación de cortisol; la cual debe ser cuantificada de forma seriada a los 0, 30, 60, 90 y 120 minutos. Al finalizar el estudio, se concluye que si se obtienen niveles menores de 18 ug/dl, el resultado es positivo para insuficiencia adrenal. La misma no debe ser practicada en personas diabéticas o que padezcan de crisis convulsivas.
Alternativas terapéuticas
La finalidad terapéutica de la Enfermedad de Addison es sustituir la producción fisiológica de cortisol a través de la administración vía oral de glucocorticoides, siendo la hidrocortisona la primera elección, a una dosis promedio de 15 a 25 mg, distribuidos en ¾ partes durante la mañana y ¼ en la noche. Se debe considerar que situaciones de estrés fisiológico como infecciones, cirugías y embarazos ameritan el reajuste y aumento de la porción.
Otra alternativa es la sustitución con mineralocorticoides, la cual debe iniciarse con una cantidad de 100 a 150 μg de fludrocortisona, evaluando los valores de hipotensión arterial, así como la cuantificación de sodio y potasio en suero.
Las personas diagnosticadas con la Enfermedad de Addison deben familiarizarse con la sintomatología para anticiparse a los posibles episodios traumáticos. En situaciones de ataques extremos o recurrentes, es importante que aprendan a aplicarse las inyecciones de urgencia para evitar complicaciones. Los padres con niños que padezcan esta afección, deben prepararse para brindar primeros auxilios en circunstancias de insuficiencia suprarrenal aguda. Los enfermos deben acostumbrarse a llevar consigo su identificación médica, ya sea en forma de tarjeta, brazalete o collar, en la que se describa la patología, el tipo de medicina, la dosis sugerida y un número de contacto. Hay que saber que no existe cura para la Enfermedad de Addison y que será el control regular lo que permitirá llevar una vida normal.
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