Todos nuestros sentidos son importantes, pero el de la vista es uno de los más fundamentales, ya que a través de él recibimos el 50 por ciento de la información que percibimos del exterior, por ello es necesario cuidar los ojos y estar atentos a cualquier malestar. Una enfermedad que los afecta gravemente es el glaucoma. Esta patología daña el nervio óptico del ojo. Este nervio se conecta a la retina y se compone de varias fibras nerviosas, similar a un cable eléctrico que por dentro tiene muchos otros cablecitos. Su función es enviar las señales al cerebro para que se interpreten las imágenes que captamos.
El glaucoma es una de las primeras causas de ceguera. Su principal factor de riesgo, es el aumento de la presión intraocular (dentro del ojo), y su mayor inconveniente, es que no produce síntomas en sus fases iníciales y tratables. La consecuencia es que cuando aparecen las señales casi siempre es demasiado tarde para que el tratamiento sea totalmente efectivo.
Sin embargo, hay que destacar que si hay una detección temprana y se aplican los correctivos (gotas para los ojos, una cirugía de glaucoma o ambas), se puede preservar la visión.
Tipos de Glaucoma
Según su origen o causa, existen cinco tipos: glaucoma de ángulo abierto, de tensión normal, de ángulo cerrado (o de ángulo estrecho), congénito y glaucoma secundario.
El de ángulo abierto es la forma más común de glaucoma. “Se produce cuando la red trabecular del ojo gradualmente se vuelve menos eficiente en drenar líquido”. Cuando esto pasa, aumenta la presión del ojo, situación que perjudica el nervio óptico. Vale señalar que cada paciente tiene una presión ideal diferente.
La mayoría de los afectados por este tipo de glaucoma no presentan síntomas. Cuando el daño ya es mayor, empiezan a ver manchas negras en su campo visual.
En los casos de glaucoma de tensión normal es mucho más difícil un diagnóstico. Una presión ocular se considera normal cuando mide menos de 21 mm Hg (milímetros de mercurio). Estos individuos a pesar de tener el valor adecuado, experimentan daños en el nervio óptico y una pérdida del campo visual.
Entre los tipos menos comunes de glaucoma está el de ángulo cerrado. Este ocurre cuando se bloquea el ángulo de drenaje de los ojos, lo que genera un aumento rápido de la presión intraocular. Los asiáticos y quienes sufren de hipermetropía (fallas para ver de lejos) son más propensos a desarrollar esta forma de la enfermedad.
Cuando el ángulo se tapa por completo, se produce un ataque, en el que el paciente experimentará molestias como: dolor severo en los ojos o la frente, enrojecimiento del ojo, disminución de la visión o visión borrosa, visión de arco irises o halos, dolor de cabeza, náuseas y vómito. Antes del ataque, el cual es una emergencia médica, casi nunca se producen señales.
El glaucoma congénito es muy raro, y afecta a bebés y a niños pequeños. Se considera hereditario.
Mientras que el glaucoma secundario es el que aparece como consecuencia de otra condición o patología del ojo. Por ejemplo, una lesión, una terapia con esteroides a largo plazo, o un tumor.
diagnóstico del Glaucoma
Estudios indican que es una enfermedad que avanza en un periodo de 2 a 5 años y como ya se dijo, el principal inconveniente es que al inicio sólo afecta la visión periférica y no produce síntomas, por lo que debe prevenirse con un diagnóstico temprano.
Especialistas aconsejan que la revisión para glaucoma sea parte de los exámenes oculares de rutina en niños, adolescentes y adultos.
En general, todo el mundo debería realizarse pruebas integrales para despistaje de glaucoma a partir de los 40 años y posteriormente cada dos o cuatro años. Quienes tienen más posibilidades de desarrollar la enfermedad, deberían practicarse el examen cada uno o dos años a partir de los 35 años de edad.
Lamentablemente, la pérdida de visión causada por el glaucoma es irreversible, pero si se detecta a tiempo y se sigue un tratamiento con cuidado y constancia, se puede conservar la vista. El glaucoma se puede controlar con medicamentos o cirugía.
Incidencia de la patología
Estadísticas señalan que hay un gran número de personas afectadas. Su prevalencia oscila entre el 1.5% y el 2% en los mayores de 40 años. Es una de las principales causas de ceguera irreversible en el mundo.
La Organización Mundial de la Salud estimó a principios de 1990 que en esa década, el número de personas en el mundo, con signos de presión intraocular alta, llegaba a 105 millones. 2.4 millones era la cifra de nuevos diagnósticos de la afección, mientras que la cantidad de ciegos a causa de ella, era de 8 millones. Ese número posicionaba a la patología como la tercera causa de ceguera a nivel mundial, sólo superada por la catarata y la oncocercosis.
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