José Luis tiene 7 años de edad y no puede estar quieto. Apenas dura unos minutos sentado en su pupitre dentro del salón de clases. Mueve las manos, balancea los pies, habla sin parar. Este tipo de movimientos que se realizan de forma involuntaria, suelen atribuirse al término hipercinesia.
Esta especie de tics que caracterizan a la hipercinesia, ocurren porque el sistema que regula los movimientos de cuerpo (extrapiramidal o centros basales) fallan, lo que genera una pérdida de control del cuerpo.
La hipercinesia está estrechamente relacionada con la hiperactividad, que no es una enfermedad, sino un problema conductual y emocional que afecta en gran medida a los niños. Los afectados por este trastorno suelen ser muy activos, no controlan sus reacciones, no se concentran en sus tareas y muestran rebeldía. Por ello no rinden lo suficiente en la escuela y presentan problemas para establecer relaciones con sus padres, hermanos y compañeros.
tratamiento de la Hipercinesia
A pesar de que la hipercinesia y la hiperactividad están entrelazadas, pueden desarrollarse por separado y ameritar formas de tratamiento distintas. Cuando aparecen los tics, síntomas de hipercinesia, probablemente exista un daño en el sistema nervioso que, generalmente, se reduce con una dieta especializada y terapia emocional. En el caso de la hiperactividad, el tratamiento se enfoca en enseñarle a los niños y jóvenes a manejar sus emociones, a través de una terapia conductual en la que los padres deben tener una importante participación para que pueda haber mejoría.
Causas de la hipercinesia
La hipercinesia aparece cuando hay problemas en el sistema nervioso, los cuales pudieron ser ocasionados por el uso excesivo de medicamentos o el consumo de drogas. Para muchos afectados por emociones intensas las drogas resultan una opción “fácil” para aislarse del mundo y lograr un estado de “felicidad” efímera, sin medir las consecuencias de estas sustancias que afectan la química del cerebro y deterioran las funciones motoras del organismo, produciendo daños como la hipercinesia.
La hipercinesia también puede ocurrir cuando una persona pasa por situaciones fuertes y mal llevadas que le generan ansiedad, angustia, miedo o ira.
Entonces, lo que pareciera ser un simple tic tiene una causa profunda. No se trata solo de que el paciente pierda el control sobre la manera de moverse durante su vida diaria, sino que pueden existir miedos escondidos, sentimientos de impotencia al no poder cambiar situaciones que lo agobian, y que son exteriorizados en su cuerpo a través de la hipercinesia.
Para tratar los casos de hipercinesia, especialistas recomiendan una dieta alimenticia que ayude a reconstruir y fortalecer el sistema nervioso. El menú incluye jugos de vegetales frescos tres veces al día, especialmente los preparados a base de aloe crudo (sábila), zanahoria, perejil y brócoli. Una recomendación especial es ingerir agua tibia con limón en ayunas para desintoxicar el organismo, y consumir productos ricos en omegas como el pescado y el aceite de oliva extra virgen.
Si hay hiperactividad…
Cuando los niños son hiperactivos y tienen hipercinesia los adultos deben armarse de valor, paciencia y sutileza. Los regaños, gritos, castigos y la violencia física o verbal empeorarán el problema, por lo que hay que evitar caer en estas conductas.
Los padres y maestros también deben evaluarse. Cuando pasan por situaciones de estrés y enojo deben controlar sus reacciones, pues si no logran manejar su conducta, difícilmente podrán ayudar a los niños a hacerlo. La desesperación no sirve de nada. En situaciones extremas, lo ideal es buscar el apoyo de un profesional.
Hay que ser firmes, pero abogar por el entendimiento. Conviene conversar con el chiquillo para establecer acuerdos que eviten conductas explosivas de ambas partes. Los papás no deben mostrarse molestos delante de sus hijos porque enfatizarán el trastorno.
Relacionadas o no, tanto en la hipercinesia como en la hiperactividad, terapeutas recomiendan realizar actividades de relajación para liberar el exceso de energía y sosegar los ánimos. Practicar yoga, artes marciales o deportes al aire libre puede ser de gran utilidad.
Existen terapias alternativas que pueden complementar el tratamiento como la digitopuntura (técnica china que consiste en presionar puntos del cuerpo con los dedos), así como masajes relajantes y la respiración abdominal. Esta última es muy efectiva. Antes de ponerla en práctica hay que trabajar la paciencia. Lo ideal es enseñarla como si se tratara de un juego para que el niño se sienta atraído. Pídale que infle su abdomen cuando respire y que lo contraiga cuando saque el aire. Para enfatizar el movimiento coloque las manos sobre el abdomen del infante, así no se distraerá.
Hay plantas que también podrían promover el proceso de relajación. Prepare infusiones a base de hojas y flores de belladona, pasiflora, lechuga o manzanilla. Su consumo beneficiará a niños y adultos.
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