La Hipocinesia es un trastorno que afecta la extensión y velocidad de los movimientos voluntarios. Está asociada con enfermedades neurológicas degenerativas como el mal de Parkinson, psicosis depresivas, patologías de los ganglios basales e inactividad prolongada.
Un estilo de vida muy sedentario incrementa los riesgos de padecer Hipocinesia. La monotonía de los movimientos, el poco trabajo muscular y las actividades que obligan a una persona a permanecer tiempos prolongados en una misma posición, podrían desencadenar los síntomas de esta condición que, sin duda, afecta la calidad de vida y la integración social, sin mencionar las repercusiones orgánicas que puede generar.
Los individuos que desempeñan tareas que no ameritan constante agilidad como cajeros, programadores, contadores, operadores u oficinistas, por mencionar algunos, son los más propensos a desarrollar Hipocinesia, por lo que deben tomar ciertas medidas de precaución.
Algunos especialistas asocian la Hipocinesia con afecciones coronarias e incluso utilizan el término para diagnósticos de disminución del movimiento de la pared cardíaca durante cada latido, ya sea por miocardiopatías, insuficiencia cardíaca o ataques al corazón.
Se dice entonces, que la Hipocinesia puede afectar zonas pequeñas del corazón (hipocinesia segmentaria) o secciones enteras del músculo cardíaco (hipocinesia global).
Diagnóstico y tratamiento de la Hipocinesia
Para determinar el grado de Hipocinesia, el especialista debe medir el consumo de energía del paciente a través de una prueba de fuerza, la cual debe ser monitoreada.
La Hipocinesia genera un efecto negativo sobre la actividad funcional de los órganos y sistemas del cuerpo, por lo que el individuo reduce significativamente su resistencia frente a factores ambientales adversos, demostrando una caída de rendimiento y potencia. Es eso precisamente lo que debe evaluar el galeno antes de administrar el tratamiento.
Otro factor a considerar son los espectros de la patología, los cuales se describen a continuación:
- Acinesia: Se evidencia cuando hay disminución o pérdida del inicio del movimiento muscular voluntario. Es básicamente una imposibilidad para realizar movimientos sencillos y comunes. Se manifiesta con balanceo de los brazos, retardo en actividades motoras y monotonía en el habla. Quienes se ven afectados andan somnolientos y actúan sin iniciativa. Por lo general tiene su origen en lesiones de los ganglios basales y en déficits de dopamina. Se ve en individuos con Parkinson o en aquellos que estén siendo sometidos a un tratamiento con antipsicóticos.
- Bradicinesia: Se caracteriza por una lentitud en la ejecución del movimiento, en especial los complejos, y también se vincula con Enfermedad de Parkinson y problemas en los ganglios basales. Es también la causa de lo que se conoce como «cara de piedra”.
- Congelación: Es la incapacidad para mover los músculos en cualquier dirección.
- Rigidez: Se debe a un aumento del tono muscular que causa resistencia a los movimientos de las articulaciones.
- Inestabilidad postural: Pérdida de la capacidad para mantener una postura erguida.
Debilidad cardiovascular
La Hipocinesia recae en una especie de alteración del sistema cardiovascular que provoca una mengua en la frecuencia cardiaca, debido a la reducción de la ventilación. Como consecuencia de ello, se producen cambios en el sistema vascular que conducen a un estancamiento de la sangre en los capilares y las venas pequeñas. Como resultado de estos procesos, se ocasiona inflamación en distintas partes del cuerpo, estancamiento en el hígado y falla en la absorción de sustancias en el intestino.
Según el cardiólogo George Youni, integrante del equipo de investigadores del Texas Heart Institute, la Hipocinesia se presenta porque “la fuerza del corazón es muy débil y su estructura se debilita. Hay casos donde esta debilidad es parcial, en una pared o en otra, lo que se le conoce como una debilidad regional”.
Entre los síntomas más evidentes de la Hipocinesia destacan parpadeo, poca mímica facial, mala entonación de la voz y disminución de movimientos en las extremidades superiores.
Prevención de la hipocinesia
Para evitar la Hipercinesia, es importante mantener una alimentación sana, cargada de nutrientes, y seguir una rutina de ejercicios regular para darle movilidad a los músculos. Lo ideal es tomarse entre 30 y 45 minutos al día para caminar, correr, nadar, montar en bicicleta o realizar otro tipo de actividades que permitan reforzar el movimiento.
Si el trabajo que se realiza es sedentario, es vital acondicionar el lugar con una silla ergonómica, dotada de un asiento de respaldo, intentado cambiar de postura cada dos o tres horas. Conviene hacer pausas para prevenir molestias asociadas con esta condición.
Como regla general, no se debería utilizar el ascensor ni el transporte público si las distancias que se recorren continuamente son cortas. Se puede aprovechar el trayecto al trabajo, al mercado o al centro comercial para caminar.
En los casos de Hipocinesia leve funciona muy bien el entrenamiento físico, pero en diagnósticos severos, se debe complementar con un tratamiento farmacológico que impacte los neurotransmisores, mejorando la conducción neuromuscular y regulando el tono muscular.