Por más esfuerzos que hagamos para mantenernos limpios y asear nuestra casa, coche u oficina, siempre estamos expuestos a los hongos que abundan en el ambiente y que constantemente “amenazan” con afectar la salud. Nuestro sistema inmunológico nos protege, incluso de esos que se desarrollan de forma natural en el organismo, pero cuando algo en él falla, es posible que un ligero contacto con una pared sucia, el paso por una calle repleta de humo o el simple hecho de compartir una prenda o un cepillo, puedan provocar la proliferación de microorganismos causantes de infecciones en la piel, pies, manos, uñas y otras partes del cuerpo. En situaciones leves, los especialistas suelen indicar antimicóticos, ya sea en cremas, aerosoles, soluciones, óvulos, pastillas e inyecciones. Uno de los más populares es el Isoconazol, un medicamento eficaz para erradicar contaminaciones leves generadas por levaduras, hongos y mohos.
¿Qué es el Isoconazol?
El Isoconazol ha demostrado su efectividad en el tratamiento de micosis vaginales y micosis superficiales de la piel, entre ellas tinea pedís (pies), tinea de las manos, tinea corporis (cuerpo), tinea capitis (cuero cabelludo), candidiasis, eczemas, pitiriasis versicolor y eritrasma (ingle, escroto o axila).
En ungüento o en solución tópica, el Isoconazol es un fármaco de venta libre, contraindicado únicamente a personas con sensibilidad a sus componentes. Aunque su uso no contempla riesgos de sobredosis, se debe aplicar bajo supervisión médica, pues se han contemplado evidencias de reacciones alérgicas, prurito, ardor, eritema o vesiculación, que suelen desaparecer al interrumpir su utilización. A pesar de que no se han detectado riesgos durante el embarazo ni peligro teratogénico, se aconseja emplear con precaución durante los primeros tres meses de gestación.
¿Cómo saber si hay infección?
La automedicación no es solución para ninguna patología, por más sencilla que parezca. Así que antes de recurrir al uso de Isoconazol o cualquier otro fármaco, es esencial prestar atención a la sintomatología y buscar un diagnóstico especializado. Cuando se producen infecciones por hongos, generalmente se produce irritación, comezón, ardor, excesiva sudoración y aparición de grietas cutáneas. No obstante, varias de estas señales son coincidentes con otras enfermedades que pueden complicarse con la utilización de la medicina inadecuada o, peor aún, con la falta de un tratamiento oportuno.
La micosis, por ejemplo, suele comenzar con pequeñas erupciones que suelen confundirse con un simple salpullido, pero si se trata erróneamente o se descarta la aplicación de productos como el Isoconazol, pueden acarrear graves cuadros infecciosos que ameritan hospitalización. Además, hay situaciones en las que sólo el antimicótico no es suficiente. A menudo se necesita una combinación de Isoconazol con alguna crema con esteroides para atacar las erupciones y la inflamación o una pomada antifúngica para eliminar la infección.
¿Qué hacer si tengo los síntomas?
Ante la presencia de cualquiera de los signos de infección, el primer paso es recurrir al médico, pues es él la persona indicada para evaluar la situación y establecer el tratamiento más conveniente según las características del paciente. Para saber si requiere o no Isoconazol, el galeno valorará el cuadro clínico del individuo, sus antecedentes, edad, apariencia de las lesiones, zonas afectadas y un sinfín de factores que ayudarán a determinar el tipo de infección cutánea y el agente que la produce.
Vale recordar que los antimicóticos no son antibióticos. Mientras los primeros atacan hongos, los segundos matan bacterias. Estudios han demostrado que algunas personas son más propensas a contraer infecciones por hongos cuando ingieren antibióticos.
Usar Isoconazol sin riesgos
Aunque los antimicóticos son aparentemente inofensivos, es importante tomar en cuenta ciertas recomendaciones para disminuir la aparición de síntomas adversos. En el caso particular de Isoconazol conviene:
- Evitar el contacto con los ojos y la boca.
- Complementar el tratamiento con una crema neutra hidratante si se observa una exagerada resequedad en la zona aplicada.
- Utilizar ropa interior de algodón, la cual se debe cambiar y hervir diariamente para prevenir la proliferación de hongos. La misma rutina de higiene se debe emplear con las toallas y sábanas, al menos mientras dure el tratamiento.
- Colocar una gasa con Isoconazol entre los dedos de los pies o de las manos.
- No utilizar las mismas medias más de una vez.
- Mantener limpia y seca el área afectada.
- Por lo general se suelen aplicar dos o tres veces al día, durante dos o tres semanas o hasta que se haya curado la lesión. En algunas situaciones, se debe continuar el tratamiento durante 10 o 15 días más para prevenir nuevos episodios, pero será el médico quien decida si realmente es necesario.
- No usar más dosis que la recomendada por el especialista. Está claro que eso sólo incrementará las posibilidades de generar efectos secundarios.
- Lavar la zona antes de aplicar Isoconazol. Lo ideal es hacerlo con agua y jabón neutro y secar con una toalla bien limpia.
- El Isoconazol debe aplicarse con mucho cuidado, extendiéndose por toda el área hasta crear una fina capa. Si se opta por la presentación en spray, se sugiere agitar el frasco, colocarlo a unos 15 centímetros de la zona y luego rociar dos o tres veces.
- Conservar el Isoconozol en un lugar fresco y seco, alejado del calor, la humedad y la luz directa del sol para no alterar los componentes del producto.
- Mantener fuera del alcance de los niños.
- Verificar la fecha de caducidad antes de colocar.
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