En artículos anteriores hemos comentado que las fobias representan el miedo progresivo e irracional a un determinado objeto, animal, actividad o situación que, por lo general, conlleva poco o ningún riesgo. Son comunes la fobia al agua, a los payasos, a la suciedad, al amor… pero la que hoy nos ocupa, es considerada una de las más extrañas. Algunos la llaman itifalofobia y otros medortofobia, y se refiere al temor de observar, experimentar o pensar en una erección de pene.
Es difícil de creer que un hombre pueda sentir pánico por un proceso natural de su anatomía, pero sucede. Ese estado de rigidez y elevación que se produce cuando se llena el lecho vascular de los cuerpos cavernosos, puede causarle terror, angustia y estrés.
Hasta ahora los especialistas no han vinculado la itifalofobia con algún trastorno sexual, pero al igual que muchas afecciones de ese tipo, la itifalofobia perjudica la autoestima y la vida personal de quienes la padecen. Aunque no sea una alteración a la respuesta sexual normal, interfiere en el deseo, la excitación y el orgasmo. Y cómo no. ¿Quién podría llegar al coito con miedo a la erección?
Proceso orgánico natural
Al recibir un estimulo visual o físico que lo excite, el caballero necesitará 10 segundos para comenzar a notar que el pene se endurece y aumenta su tamaño. Sea real o imaginaria, esa persuasión llega al cerebro y envía una respuesta que ocasiona cambios en la circulación venosa y arterial, incrementando el flujo de sangre hacia el pene y facilitando su erguimiento.
Los músculos de los cuerpos cavernosos se relajan, permitiendo que esa sangre corra y colme el tejido eréctil, expandiendo el pene. Si bien la función principal es permitir la introducción del órgano en la vagina para fecundar el óvulo, la erección se da de forma espontánea, sin necesidad de penetración. Estudios han demostrado que al no haber eyaculación, un hombre sano puede experimentar hasta diez erecciones diarias, dependiendo de su edad y condición física. Durante el sueño, por ejemplo, pueden ocurrir hasta cinco veces, con una duración de 15 a 40 minutos.
Conociendo todo esto, es posible llegar a entender lo que significa para un hombre desarrollar itifalofobia. El no poder controlar sus erecciones y entrar en pánico con sólo imaginar que le pueda suceder, no debe ser fácil. Eso sin contar el dolor y las molestias orgánicas que tendrá que soportar si le ocurre una erección prolongada o si se tarda en liberar el semen de su pene.
Un poco ambigua
Llevar una incidencia de casos de itifalofobia no ha sido posible, pues para muchas personas es impensable la idea de reconocer sus miedos. Como sucede con la mayoría de las fobias, no todos los pacientes se atreven a buscar la ayuda requerida, con lo cual se dificulta el registro de incidencias y de conductas asociadas.
La información sobre su tratamiento, complicaciones y síntomas también es ambigua, pero por sus características se puede decir que entra en la clasificación de fobias específicas, cuya reacción no corresponde necesariamente a la existencia de una situación amenazante para el individuo. Por lo general no puede ser explicada o razonada, excede los límites de control voluntario, incita a evadir la situación que despierta los temores y persiste en el tiempo. Con relación a las causas, es probable que intervengan factores emocionales asociados con experiencias traumáticas, información verbal o condicionamiento.
En situaciones severas, la persona con itifalofobia se puede incapacitar e incluso excluir de la sociedad. Al tratarse la erección de una respuesta mayormente involuntaria, no hay forma de evitarla. La sensación de inestabilidad que genera la itifalofobia puede ser tan fuerte, que podría despertar instintos suicidas. La soledad aquí no es buena consejera, por lo que se recomienda a familiares y amigos permanecer atentos ante cualquier cambio conductual que pudiera denotar la presencia de este u otro trastorno.
Síntomas de la itifalofobia
- Ansiedad
- Ataques de pánico.
- Dificultad de concentración
- Nausea, mareo o palpitaciones altas.
- Falta de respiración.
- Dolor en el pecho.
- Sudor extremo.
- Renuencia al contacto sexual.
- Inhibición del deseo.
- Insatisfacción.
- Frustración.
- Baja autoestima.
diagnóstico y tratamiento de la ITIFALOFOBIA?
La principal evidencia de la itifalofobia es la ansiedad y las conductas de evitación. No obstante, para realizar un correcto diagnóstico, el especialista debe corroborar que el paciente demuestre una respuesta negativa inmediata al estímulo presentado, que reconozca que sus temores son verdaderamente irracionales, que su vida cotidiana se vea afectada por situaciones que no estén vinculadas con malestares orgánicos, y que los síntomas tengan una persistencia de al menos seis meses.
Para controlar la itifalofobia, se recurre a los métodos convencionales para el tratamiento de fobias específicas. La intervención de un psicoterapeuta es crucial. Sólo él está capacitado para decidir el método más eficaz, según el diagnóstico. Con frecuencia se aplican terapias cognitivo conductuales, de relajación y de exposición. La meta es que la persona logre suprimir de su mente las falsas creencias en torno al objeto o situación que le causa temor.
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