La cirugía que se realiza para abrir y examinar el abdomen mediante una cámara de video, a fin de determinar problemas o afecciones en esa zona, se llama laparotomía.
Los órganos regularmente estudiados son apéndice, intestinos, vejiga, riñón, uréteres, vesícula biliar, hígado, bazo, estómago, páncreas, ovarios, trompas de Falopio y útero.
Este tipo de procedimientos se prescribe a pacientes en los cuales no se ha podido obtener un diagnóstico preciso tras efectuar técnicas no invasivas como tomografía axial computarizada (TAC) o radiografía. También se aplica cuando hay traumas contundentes originados por arma de fuego u objetos punzo penetrantes.
Para llevar a cabo una laparotomía, el individuo debe estar bajo los efectos de la anestesia general. Durante la intervención, el médico especialista realiza un pequeño corte en el abdomen para poder chequear arterias, venas y áreas circundantes. La condición clínica del afectado determinará la localización y el tamaño de la incisión. Las más comunes son la vertical en la línea media y la transversa de los cuadrantes inferior y superior derechos o los cuadrantes inferior y superior izquierdos.
Una vez concluida la laparotomía, se cerrará la abertura con grapas o suturas. Es posible colocar un catéter en el abdomen para que drene el exceso de líquido.
En caso de que se detecte un problema y las causas del mismo, el galeno aplicará tratamiento o sugerirá otro tipo de procedimiento según sea el hallazgo.
Exploración
Existen dos tipos de laparotomía: la simple y la exploratoria. Con ambas se pueden tratar zonas afectadas y tomar muestras de tejido (biopsias) para estudios posteriores.
Una gran variedad de enfermedades pueden descubrirse durante la operación. Dentro de ellas destacan el cáncer (que puede ser de colon, hígado, páncreas u ovario) y la inflamación del apéndice (apendicitis aguda).
Igualmente, se puede conocer con determinación si el paciente sufre de una pancreatitis aguda o crónica (inflamación del páncreas), una inflamación de las trompas de Falopio (salpingitis) o patologías causadas por la presencia de tejido cicatricial en el abdomen (adherencias).
Además, la laparotomía puede detectar sacos de infección (como absceso abdominal, absceso retroperitoneal, o absceso pélvico), problemas en el tratamiento de la perforación esofágica tras ingestión de cáusticos, formación de tejido uterino (endometrio) en el abdomen (endometriosis) o colecistitis (inflamación de la vesícula biliar).
Las personas han podido obtener el diagnóstico de otras enfermedades gracias a este método, tales como diverticulitis (inflamación de un saco intestinal), embarazo en el abdomen en vez del útero (embarazo ectópico) y perforación intestinal (orificio en el intestino).
Asimismo, con una laparotomía es posible saber si se ha presentado en el paciente la extensión de algunos cánceres como el linfoma de Hodgkin.
Riesgos de la laparotomía
Los posibles riesgos que pueden presentarse durante la laparotomía son sangrados, infección, hernia quirúrgica o daño a estructuras cercanas. También pueden ocurrir reacciones adversas producto de la anestesia, que se manifestarán principalmente con dificultades respiratorias, palpitaciones y sudoración, entre otros signos.
Una vez realizada la laparotomía, la persona podrá ser capaz de comer y beber alimentos de forma normal después de dos o tres días.
El lapso de hospitalización dependerá de la gravedad del diagnostico y de los síntomas presentados por el paciente.
La recuperación por la laparotomía se completa, usualmente, luego de trascurridas cuatro semanas. En ese tiempo, la persona debe cuidar la herida, evitar los movimientos bruscos y suprimir las bebidas y alimentos que produzcan gases.
Pasos previos para la Laparotomía
Si la laparotomía es planificada, el paciente deberá acudir en varias oportunidades a una consulta médica para someterse a revisiones y exámenes de sangre, tórax y otros, a fin de determinar si está realmente apto para tolerar el procedimiento quirúrgico.
El doctor deberá descartar otras afecciones que puedan alterar la cirugía como hipertensión arterial, diabetes o problemas cardíacos y pulmonares.
Si el enfermo es fumador, deberá dejar el cigarrillo semanas antes de la laparotomía.
La persona estará obligada a comunicar al doctor qué medicamentos, vitaminas u otros suplementos consume, aún aquellos que toma sin prescripción. Además, deberá admitir si ha estado ingiriendo bebidas alcohólicas o drogas.
Es común que una semana antes de la laparotomía, el galeno solicite al paciente la suspensión de fármacos que pudieran dificultar la coagulación de la sangre como ibuprofeno, ácido acetilsalicílico, warfarina, vitamina E o ticlopidina.
El individuo tendrá prohibido ingerir alimentos desde la medianoche anterior a la operación. En el caso de los fármacos, tendrá que tomarlos con pequeñas cantidades de agua.
Durante el período de recuperación, no podrá levantar peso mayor a 2 kilogramos durante seis semanas, para que el tejido pueda sanar correctamente y prevenir el desarrollo de hernias.
Deberá llamar al médico si luego de la laparotomía comienza a tener fiebre, enrojecimiento, sangrado, hinchazón o fuerte dolor en el lugar de la incisión, diarrea que se extienda por dos días, así como molestias, ardor o dificultad al momento de orinar.
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