La lumbalgia es el dolor que se presenta en el área dorsal, entre las costillas y los pliegues glúteos. Es una de las causas de consulta médica más recurrentes. De hecho, ocho de cada 10 personas han manifestado haberla sentido al menos una vez en su vida.
Esta afección es una de las principales causas de parálisis en las piernas, en individuos de entre 19 y 45 años de edad, y se encuentra dentro la lista de diagnósticos relacionados con incapacidad laboral.
El lumbar de la columna vertebral es aquel que provee la fuerza para poder permanecer de pie, levantarse, caminar, inclinarse, girar y agacharse, entre otras acciones que implique movilidad.
Patologías, desgastes, traumatismos, lesiones, estrés, malas posturas y otros agentes de orden físico y emocional, pueden ocasionar lumbalgia. Sin embargo, los más afectados son los adultos mayores, a quienes se les desarrolla por factores asociados al envejecimiento.
Los dolores lumbares, especialmente cuando son intensos y continuos, no deben tomarse a la ligera, ya que suelen ser la base de delicados problemas de salud. Además, esta zona interfiere en prácticamente todas las actividades de la vida diaria, por lo que debe mantenerse vigilada. En casos puntuales, las molestias de la lumbalgia son consecuencia de enfermedades con riesgo de muerte para el paciente.
Tipos de Lumbalgia
Dependiendo de la causa del dolor lumbar, la lumbalgia puede ser específica o inespecífica.
La lumbalgia específica es aquella que tiene una causa conocida. No obstante, es la más rara (20% de los casos). Puede estar vinculada con afecciones graves como osteoartritis, hernia o disco roto, osteoporosis o estenosis vertebral. Otras condiciones pueden generarla, como la Enfermedad de Crohn, psoriasis o la espondilitis anquilosante.
La lumbalgia inespecífica constituye el 80% de los diagnósticos. Pese a los estudios que amerita, no se logra identificar con certeza la razón del dolor. Es una condición de duración limitada, que se presenta con mayor presencia en adultos de edad mediana y en mujeres.
Adoptar posturas erradas, coger cargas pesadas, el embarazo, la obesidad, el estrés, ciertos factores psicológicos y la insatisfacción laboral, pueden incidir en esta variante.
La lumbalgia puede ser aguda (aquella que se extiende por siete días), subaguda (que dura entre siete días y siete semanas), y crónica (más de siete semanas).
Síntomas y diagnóstico de la Lumbalgia
El principal síntoma de la lumbalgia es la molestia localizada entre las crestas ilíacas y las últimas costillas. El dolor puede ser difuso, y puede darse en ambos lados de la columna, aunque en algunos casos puede presentarse en una zona específica.
En algunas situaciones, el dolor es inflamatorio y no mecánico, por lo que una persona podría empeorarse si toma un reposo. Por ello, es importante diagnosticarlo con certeza.
Para confirmar una lumbalgia, deben descartarse enfermedades que produzcan dolor lumbar. Lo primero entonces será que el especialista realice una historia clínica y una exploración física al paciente, poniendo mayor atención en los factores de riesgo. Lo más importantes son: edad superior a 55 años, diagnóstico previo de cáncer o de una afección sistemática grave, antecedentes de traumatismo espinal, historia de una cirugía reciente, infección crónica (pulmonar, cutánea o urinaria), historia de inmunosupresión y consumo de drogas por vía parenteral.
Igualmente, se debe considerar: ausencia de alivio luego de inmovilidad en cama, tratamiento con glucocorticoides de manera prolongada, duración del dolor y aparición de incontinencia fecal o urinaria reciente.
Durante la revisión pueden darse hallazgos como fiebre inexplicada, masa abdominal o pérdida de peso notable sin explicación.
Tratamiento de la Lumbalgia
El tratamiento de la lumbalgia depende del tipo de dolor que se presente.
En la específica, tiene que tratarse la causa que ocasiona la molestia.
En la inespecífica es vital cumplir con un reposo menor a dos días, y evitar trabajos físicos pesados, posturas u otras actividades que desencadenen el dolor.
En ocasiones se suele recetar tratamiento farmacológico como paracetamol (analgésico), relajantes musculares y antiinflamatorios, por un tiempo no superior a dos semanas.
Luego de 15 días, se recomienda ejercicio aeróbico suave, y luego de dos semanas, ejercicios de fortalecimiento del tronco y flexibilidad. Los ejercicios deben combinarse con una terapia conductual para corregir las posturas.
Si los síntomas se extienden por más de cuatro semanas, o se incrementa la intensidad del dolor, es necesario que el paciente vuelva a acudir a una consulta médica, realizar nuevas pruebas y someterse a técnicas específicas, según lo indicado.
Cuando el dolor lumbar se prolonga por más de tres meses, se diagnosticará entonces una lumbalgia crónica. El individuo debe llevar un tratamiento que le permita tener una adecuada actividad física. Las terapias de conducta y los ejercicios pueden ser efectivos, pero no se aconseja la fisioterapia.
Algunos métodos como los corticosteroides intraarticulares o epidurales, o la acupuntura no suelen resultar eficaces, pero su uso o no depende de lo que diga el galeno.
La cirugía puede ser una alternativa para quienes sufren por más de dos años de una lumbalgia crónica. Se prescribe cuando se falla en métodos convencionales o si existe una enfermedad degenerativa discal de uno o dos niveles.
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