La deficiencia de oxígeno en la sangre, tejidos y células, conocida como hipoxia, puede ser tratada con un tratamiento denominado oxigenoterapia, que consiste en la administración de concentraciones elevadas de oxígeno.
Este procedimiento, que debe aplicarse bajo estricta supervisión clínica, se emplea además para contrarrestar la insuficiencia respiratoria crónica, causada por la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), que afecta principalmente a los fumadores, por patologías pulmonares fibróticas, o por afectaciones neurológicas.
La hipoxia, por su parte, puede ser originada por una disminución de la cantidad de oxígeno o de la presión parcial del oxígeno en el gas inspirado, por alteraciones en la relación ventilación-perfusión, por decrecimiento de la ventilación alveolar, o por incremento del shunt intrapulmonar.
También puede darse por problemas en la transferencia gaseosa, descenso del gasto cardíaco, hipovolemia, shock, niveles bajos de hemoglobina, o variaciones químicas de la molécula.
Tipos de oxigenoterapia
Al momento de requerir atención con oxigenoterapia, el galeno debe escoger entre los dos tipos existentes, según la condición y los requerimientos del paciente.
Con la oxigenoterapia normobática, el especialista añade oxígeno a varias concentraciones. La aplicación se puede efectuar mediante mascarillas o cánulas nasales, entre otras opciones.
En la oxigenoterapia hiberbática, el oxígeno se suministra al cien por cien de concentración y a presiones de 1.4 a 2.5 ATA (atmósferas absolutas), Para realizar este procedimiento, se necesita que la persona entre a una cámara presurizada, denominada cámara hiperbática, y colocarse una mascarilla o casco.
El objetivo de este tratamiento es subir el aporte de oxígeno hacia los tejidos, empleando como medio de transporte la hemoglobina. Si la cantidad de oxígeno que ingresa al cuerpo es excesiva, esto genera una presión en el alvéolo, ocasionando que se produzca una saturación de la hemoglobina.
Al incrementarse la presión del oxígeno alveolar, desciende el proceso cardíaco y respiratorio, y se regula de manera constante la presión del oxígeno.
Usos estéticos de la oxigenoterapia
En los últimos años, la oxigenoterapia se ha extendido hacia los centros de cirugía estética para mejorar la salud de la piel, como una opción alternativa a la mesoterapia facial y el botox, pues es menos invasiva e indolora.
Se ha demostrado que la oxigenoterapia es ideal para el tratar las pieles secas, cansadas, envejecidas o grasosas. Que la oxigenoterapia beneficie a los diferentes tipos de piel, se debe a que el oxígeno incrementa la producción de colágeno y la hidratación.
Favorece aumentando el metabolismo del tejido profundo, reduciendo el volumen, disminuyendo la celulitis, cerrando los poros, eliminando el acné, y atenuando ojeras y manchas. Adicional a ello, actúa como relajante.
En algunos sitios la combinan con aromaterapia para hacer la experiencia mucho más agradable y placentera. En este campo de la medicina estética se han establecido métodos muy curiosos como los llamados bares de oxígeno, que son meramente anti estrés. La concentración de oxígeno es de un 50% y la exposición va de 15 a 30 minutos.
El oxígeno puro que se le brinda al paciente incrementa los niveles de energía y hasta se conjuga con aguas o bebidas enriquecidas de más oxígeno, para reforzar la terapia.
Indicaciones
La oxigenoterapia es indicada principalmente para hacer frente a molestias asociadas con la baja cantidad de oxígeno en la sangre, que puede generarse por problemas sencillos como insuficiencia de agua o anemia, pero que si no se tratan con prontitud, pueden desencadenar hipoxia.
La oxigenoterapia se puede administrar por varias vías: cánulas nasales, máscara de respiración, mascarilla, cámara hiperbárica, y sistema de alto flujo, entre otras. También existe un tratamiento para neonatos mediante una cuna especial. Sin embargo, hay opciones mucho más complejas, y con beneficios adicionales
La mascarilla venturi suministra una cantidad adecuada de oxígeno al paciente. La persona puede sentir que está recluido durante el tratamiento, ya que no puede ni hablar o comer. Además, puede sentir una irritación ligera de la piel, o calor.
El sistema de flujo moderado es aconsejado para quienes deben someterse a un bajo nivel de oxígeno. Este dispositivo no amerita que se tapen las fosas nasales, ni la boca, ya que se sitúa sobre la cabeza. Una vez colocado, se administra el oxígeno de forma simultánea sobre la nariz y la boca, para que se produzca una nube de oxígeno que el individuo podrá inhalar durante la inspiración. Será similar a tener colocado el auricular de un teléfono.
A las personas que tengan dificultades para la respiración de forma espontánea, se les puede aportar a través de una bolsa de resucitación manual, o un respirador mecánico.
Se debe tomar en cuenta que la oxigenoterapia puede traer algunas complicaciones, derivadas de un exceso de tiempo o de concentraciones de oxígeno inadecuadas.
Esta situación puede ser contraproducente en varias patologías, especialmente las afecciones respiratorias crónicas. En esos casos, el no medir de forma adecuada la dosis puede conllevar con el incremento de la concentración del gas en la sangre, y limita el estímulo de los receptores sensibles, originando una parada respiratoria.
Diagnóstico
Para conocer la cantidad de oxígeno en la sangre, y determinar si se necesita una oxigenoterapia, se pueden utilizar varios procedimientos.
El primero de ellos es la gasometría arterial, que consiste en la extracción de sangre de la arteria, para cuantificar la concentración de oxígeno.
Igualmente puede emplearse la pulsioximetría. Este análisis se basa en la colocación de un aparato pequeño en el dedo, que ayuda a calcular los valores de oxígeno de la hemoglobina en los capilares. Este mecanismo es el más utilizado, ya que causa una mínima molestia al paciente.
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