Los seres humanos somos sociales, es decir necesitamos relacionarnos con otros para poder llevar una vida emocional satisfactoria, aprender y nutrir nuestro intelecto y personalidad.
Quienes nos rodean, no solo pueden influirnos con sus acciones, sino también con sus palabras, por lo que debemos aprender a identificar con quiénes podemos o no estrechar sanos lazos de fraternidad. En el camino nos topamos con distantes clases de personas. Unas buenas, otras malas, y el resto no tanto, pero las más peligrosas son aquellas que, desde hace algún tiempo, los especialistas han catalogado como “personas tóxicas”.
Una persona tóxica puede definirse como aquella que frecuentemente muestra tener una actitud pesimista, se concentra en los defectos de los demás y critica de forma destructiva la conducta de sus semejantes, ya sea maximizando o minimizando las cosas según su propio juicio.
El término fue acuñado y popularizado por la norteamericana Lilian Glass, en su best seller Toxic people (Gente tóxica). Algunos psicólogos difieren de ella, asegurando que la expresión es despectiva o racista, ya que todos en algún momento nos comportamos de esa forma, mientras otros afirman que se trata de una percepción subjetiva, pues lo que resulta “tóxico” para alguien, quizás no lo sea para los demás.
Sin embargo, Glass es clara en sus señalamientos: “Las personas tóxicas, también conocidas como ‘vampiros psíquicos’, son aquellas que tienen tan baja autoestima y se sienten tan deprimidos consigo mismos, que para subirse su estado de ánimo, hacen que a otros se les decaiga el suyo, infundiéndoles confusión, inseguridad, dolor y tristeza en sus mejores momentos”.
Identificar a las personas tóxicas
Para identificar a las personas tóxicas como tal, lo primero que se debe hacer, es averiguar si su conducta se debe a problemas físicos o emocionales, o si forma parte de su estado habitual. Expertos indican que los comportamientos destructivos son tolerados si aparecen de manera esporádica, pero al repetirse con regularidad, pueden contaminar las relaciones interpersonales.
Descubrir personas tóxicas le permitirá alejarlas y hasta “observarlas”, como parte de su aprendizaje de vida. Estas características le ayudarán a hacerlo y a tomar las medidas que considere oportunas. Las personas llegan a ser tóxicas cuando:
- Provocan emociones negativas, es decir sus comentarios le hacen sentirse mal.
- Siempre están hablando sobre sí mismas.
- Se quejan en vez de tomar acciones.
- Tienen excusas negativas sobre por qué no pueden llevar a cabo algo que desean.
- Se alegran (hablan todavía más) cuando alguien se une a ellos para quejarse de las mismas cosas.
- Enseguida asumen el rol de víctimas y pretenden ser el centro de atención. Nunca son responsables de lo que les ocurre.
- Cuentan sus problemas y no las cosas positivas que pasan en sus vidas.
- Critican a los demás e incluso a ellas mismas y provocan o avivan los rumores (chismosos).
- Las personas tóxicas son arrogantes, es decir, creen que lo saben todo y se sienten superiores.
- No se alegran por otros, son envidiosas.
- No suelen agradecer lo que tienen y si otro logra algo que ellos desean lo reprochan. No siente admiración.
- Son mentirosos crueles. Engañan a alguien sobre temas que le causan dolor.
- Juzgan sin saber y sin pensarlo.
Familia tóxica
Cuando investigamos sobre el tema, encontramos que cientos de portales hablan sobre la forma de distinguir a ese conocido o compañero de trabajo que se ha convertido en una persona tóxica, pero en esa condición podemos hallar también a nuestra pareja o familiares, lo que nos impide tomar medidas acertadas al respecto.
Si tenemos un amigo manipulador, egoísta e interesado, es posible romper esa dupla para encontrarnos mejor. Pero, ¿qué pasa cuando esta persona tóxica es nuestra madre, un hermano o nuestra pareja? Definitivamente no es fácil cortar una relación de este tipo, por ello lo mejor será poner límites y tratar de ayudarlos.
La familia suele ser lo más importante de nuestra vida, pero si está constituida por personas tóxicas, puede significar lo más destructivo de nuestra existencia.
Si un pariente nos hace sentir mal con sus palabras o quejas, no debemos quedarnos callados. Hay que tener tacto, pero siempre expresarle lo que nos molesta.
Debemos defendernos, cuidarnos y decirle a ese ser querido lo que podemos aceptar y lo que no. Debemos amar a los nuestros, pero ante todo, amarnos a nosotros mismos.
Si sentimos que esas personas tóxicas nos causan mucho daño, aunque sea un familiar, lo mejor será poner distancia para recuperar la integridad y la paz.
¿Y si yo soy el tóxico?
Si analizando estas conductas de las personas tóxicas, llegamos a sentimos identificados, es fundamental que intentemos cambiar. Es importante saber en qué nos estamos equivocando y qué nos está afectando, para sobreponerse a la adversidad.
Escuchar atentamente a los demás y evitar decir lo primero que nos pase por la mente, aprender a reírnos, ser más flexibles y no hacer a los demás lo que no queremos que nos hagan, son acciones que, poco a poco, nos irán ayudando a ser mejores seres humanos.
Debemos ser sinceros con nosotros mismos y analizar si somos capaces de dejar a un lado las negatividades por nuestro propio esfuerzo o si necesitamos la orientación de un psicólogo. Recordemos que las penas duelen menos si son compartidas y, para nuestro consuelo, hay muchos con quienes podemos hacerlo, pero sin ofuscaciones ni nada que nos haga ver como los malos del cuento. Ser felices y querernos. Es en eso en lo que debemos invertir nuestro esfuerzo y energías.
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