Los seres humanos están expuestos a sufrir eventos traumáticos en la vida como la muerte de un ser querido, una enfermedad grave, un divorcio, un accidente, la pérdida de un trabajo y otras tantas situaciones que tienden a causarles un fuerte dolor emocional. La perturbación es tal, que muchos piensan en tomar decisiones drásticas como el suicidio para evadir la circunstancia que los agobia o los aflige. Es en esos momentos es cuando apelan a la resiliencia para no dejarse vencer.
El término resiliencia procede del latín de la palabra resilio, que significa volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar. Es un concepto que pertenece a la física y a la ingeniería civil, porque se asigna a la capacidad de un material de recuperar su forma original luego de ser sometido a una presión que lo deforma.
En los últimos años, la resiliencia ha adquirido una gran relevancia, pues ha sido adoptada por las ciencias sociales. Grandes científicos han realizado estudios en niños y adultos expuestos a situaciones extremas de angustia y hechos traumáticos, quienes han manifestado tener la habilidad para afrontarlos gracias a la resiliencia, por lo que se ha llegado a considerar que esta capacidad puede ser funcionalmente equivalente a la inmunidad y a la resistencia al estrés.
Desde el punto de vista de la psicología, se define la resiliencia como la capacidad de las personas de sobreponerse a períodos de dolor emocional y acontecimientos severamente adversos, alcanzando un desarrollo pleno bajo esas condiciones, llegando incluso a transformarlas en una ventaja o estímulo para un crecimiento bio-psico-social adecuado.
¿QUIÉNES TIENEN RESILIENCIA?
La resiliencia no es que está en unos individuos y en otros no. Su presencia depende de la forma de pensar, sentir, percibir y manejar los sucesos dolorosos, por tanto puede decirse que está en la mente y en el espíritu de cada sujeto. Puede decirse que la fe y la religiosidad contribuyen, y de hecho lo hacen, para que la resiliencia se revele. Sin embargo, ser una persona resiliente implica ante todo ser realista, cualidad que permite saber aceptar las cosas tal como suceden. Ser realista no es ser insensible, pero ayuda a tener la capacidad de no sucumbir ante la adversidad pensando que la vida tiene sentido.
Los resilientes no se desgastan buscando porqués que no tienen respuestas o culpando a los demás y al destino por lo sucedido.
La resiliencia se puede aprender y formar porque depende de la inteligencia emocional. Se fundamenta en importantes pilares que son todos aquellos factores que protegen a los seres humanos de las consecuencias negativas del infortunio. Se destacan entre ellos la autoestima, que es el soporte de otros aspectos como la introspección para comunicarse de forma honesta con sí mismo y la independencia para separarse uno mismo de la situación problemática, pero sin aislarse. Otro elemento esencial es la capacidad de relacionarse para establecer lazos con otras personas ofreciendo y dando afecto, porque es muy positivo el proceso interactivo del sujeto en crisis con los otros seres humanos.
Además, tienen que estar presentes tanto factores de riesgo como de protección para que aparezca la resiliencia, ambos ayudarán a conseguir un resultado positivo o evitar uno negativo.
Del mismo modo, por la propia definición del término, se deduce que no desarrollarían resiliencia, por no tener necesidad de hacerlo, las personas que no vivan una situación extrema de riesgo y estrés emocional.
CAusas QUE CONDUCEN A LA RESILIENCIA
Ciertas características tienen una asociación positiva con la posibilidad de ser resiliente, tales como el control de las emociones y de los impulsos, la autonomía, el sentido del humor, la empatía, la capacidad de comprensión y análisis de las situaciones, las competencias cognitivas, y la capacidad de atención y concentración.
No obstante, también es necesario y pertinente educar a los niños y los adolescentes fomentando en ellos los factores de protección para que puedan lograr su crecimiento e inserción social del modo más favorable y desplegar, de ser necesario, la resiliencia. Esta labor no es tarea de un sector determinado, sino de todos los adultos que tienen la responsabilidad de cuidarlos y resguardarlos, ofreciéndoles afecto, confianza y promoviendo su autonomía.
Finalmente se expone que la resiliencia se fundamenta en la interacción existente entre la persona y el entorno. Significa que no proviene solamente del medio en el que desenvuelve, ni es algo exclusivamente innato del sujeto, sino que se origina de ambos en conjunto.
Se hace énfasis en el rol preponderante de la familia para favorecer la posibilidad de ser resiliente, por lo cual debe ser desempeñado garantizando la seguridad del afecto otorgado a las personas, sin condicionamiento, con aceptación incondicional, siendo apoyo en todas las circunstancias, no abandonando cuando más es requerida y luchando en grupo para salir a flote sin importar cuánto tarde la circunstancia. Solo así se podrá lograr un desarrollo exitoso bajo condiciones difíciles.
Deja un comentario