La rinitis alérgica es un trastorno que puede afectar la mucosa nasal, generando una serie de condiciones como estornudos, obstrucción, picazón, secreción nasal, e incluso dificultad para percibir los olores.
Se presenta, regularmente, durante dos o más días seguidos, y puede prolongarse por más de una hora diaria.
Lo más común es que la persona manifieste rinitis alérgica tras la inhalación de sustancias o bacterias a las que son alérgicas, como el polen, la caspa de los animales, y los ácaros, entre otras.
Existe otra variante de la rinitis alérgica, conocida como fiebre del heno, originada por el polen de las plantas, así como de otras partículas presentes en el aire.
En este caso, es importante evitar las actividades en espacios abiertos cuando hay moho, y cuando las flores y los árboles se encuentran floreciendo. También se deben mantener las ventanas de la casa cerrada, viajar en vehículos con las ventanillas arriba y usar gafas de sol.
Diagnostico de la rinitis alérgica
Para comprobar que se padece de rinitis alérgica, el individuo debe acudir a consulta con un médico especialista, quien le hará una historia clínica detallada y le realizará un examen físico completo. Las pruebas sobre el área cutánea son las más usadas para el diagnostico, y generalmente arrojan resultados en 20 minutos.
Existe un análisis sanguíneo especial denominado IgE RAST, que ayuda a medir los niveles de sustancia relacionadas con alergias. Un hemograma o conteo sanguíneo completo (CSC), llamado conteo de glóbulos blancos eosinófilos, también es apropiado para determinar esta patología. E
En algunas situaciones puede ser necesario examinar garganta, nariz, tórax y fosas nasales, a través de pruebas microbiológicas de secreciones y/o radiografías.
Para elaborar la historia clínica el galeno indagará sobre las molestias, la fecha de aparición de la rinitis, la presencia de molestias como dolor de garganta o tos, antecedentes de la patología, e intolerancia a determinadas sustancias.
Con los datos obtenidos, el médico diseñará un plan de tratamiento, en base a la gravedad y la frecuencia de los síntomas en el paciente.
Síntomas de la rinitis alérgica
Concretamente, los síntomas de la rinitis alérgica son picazón en la nariz, ojos, boca, piel y garganta, ojos llorosos, estornudos, y problemas con el olfato.
Es posible que los afectados sufran también de congestión nasal, tos, dolor de garganta, zumbidos en los oídos, hinchazón en los ojos, ojeras, migraña, fatiga, irritabilidad, falta de memoria y pensamiento lento.
Estudios recientes han determinado que el 40% de los pacientes con rinitis alérgica pueden padecer posteriormente de asma bronquial, y 30% conjuntivitis alérgica.
Tanto el asma como la rinitis alérgica deben ser atendidas de manera integral. Por ejemplo, los pacientes asmáticos deben someterse a un tratamiento que le permita mejorar los problemas en la nariz y las vías respiratorias, es decir hasta el último alvéolo pulmonar.
El constante rascado de los ojos como consecuencia de la rinitis alérgica, puede llevar a que la persona desarrolle conjuntivitis. Los especialistas han advertido que el contacto repetido con los ojos para calmar el dolor puede dañar la córnea, y en los casos más extremos, requerir un trasplante de tejido.
Tratamiento de la rinitis alérgica
Para controlar la rinitis alérgica se tienden a indicar fármacos o inmunoterapia contra la alergia, es decir, comprimidos y vacunas para combatirla.
Adicionalmente, si la persona es alérgica a los ácaros del polvo, por ejemplo, debe tomar medidas para evitar la exposición con esas partículas. Una de ellas es lavar frecuentemente la ropa de la cama con agua caliente.
Resultan muy útiles los atomizadores nasales que poseen corticoesteroides, ya que ayudan a reducir la inflamación, las secreciones nasales, la picazón, el taponamiento nasal y los estornudos. Se pueden usar en personas de todas las edades.
Los antihistamínicos en sus distintas presentaciones (atomizador, pastillas o líquido), actúan como bloqueador de la histamina (hormona y neurotransmisor causante de las reacciones alérgicas) y calman los estornudos, picazón y secreción nasal, pero no suelen ser muy efectivos para eliminar el taponamiento nasal.
Es importante tomar en cuenta que los atomizadores para la descongestión no se pueden utilizar durante largos períodos de tiempo, pues en lugar de mejorar la situación, pueden generar recaídas y más congestión.
La ingesta de antileucotrienos en forma de pastilla, también combaten las molestias asociadas con esta enfermedad.
El control es vital
El llamado de los médicos es a no automedicarse, aún cuando la mayoría de los fármacos son de venta libre. Lo correcto es que sea el especialista quien prescriba la mejor opción, según los resultados médicos y la condición del paciente.
Si el afectado padece constantemente de alergias, es posible que haya una situación a largo plazo que debe atacarse de manera más agresiva. Con frecuencia se recurre a una inmunoterapia, la cual debería administrarse periódicamente por un lapso de tiempo de tres a cinco años, para reducir la sensibilidad a los alérgenos. Las dosis se van incrementando paulatinamente hasta controlar todos los signos de la rinitis.
Pese a todos los métodos existentes para tratar la rinitis, es importante saber que una vez las sustancias, como el polen, causan alergias, éstas continuarán afectando a la persona. Por ello, el monitoreo clínico es fundamental.
Hay fórmulas caseras que pueden funcionar, especialmente si la rinitis alérgica está vinculada con un resfriado. En esas situaciones se debe beber abúndate líquido, sobretodo agua, y descartar los sitios donde el aire sea muy seco o esté lleno de humo.
Los baños de vapor con nebulizadores de suero fisiológico, preparados con manzanilla o aceites esenciales como el eucaliptus, son una opción muy favorable, así como las soluciones de agua de mar.
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