La ingesta de alcohol está asociada a múltiples enfermedades (hipertensión, depresión, problemas en el hígado, irregularidades en el páncreas, daños digestivos), pero hay una en particular que se ha venido propagando en diversos países y es considerada una de las principales causas de malformaciones congénitas y retraso mental. Se trata del Síndrome Alcohólico Fetal (SAF), provocado por el consumo de alcohol durante el embarazo. ¿Mucho o poco? No importa la cantidad. Una simple copa puede originar esta patología que hasta el momento es incurable.
El metabolismo de la mujer, su edad, la hora, la recurrencia del hábito, los alimentos con los que acompaña la bebida y otros factores intervienen en el diagnóstico. Las consecuencias son más graves durante los primeros tres meses de gestación, pues el proceso de formación del cerebro se ve interrumpido por la concentración de alcohol que el feto no está en capacidad de procesar y eliminar. Sin embargo, durante el segundo y tercer trimestre, el peligro sigue latente, ya que es la etapa de desarrollo del sistema nervioso, el cual se ve afectado, incluso si el consumo es eventual.
Problema de salud pública
El día 9 del mes 9, por el tiempo del embarazo, se conmemora el Día Mundial del Síndrome Alcohólico Fetal, como una manera de llamar la atención sobre la incidencia de este trastorno contemplado entre los síndromes de influencia prenatal. A diferencia de los síndromes genéticos, no se relacionan con desórdenes en la codificación genética, sino más bien con los hábitos adquiridos por la madre durante la formación del feto.
Tanto ha sido su impacto, que al acuñarse el término en 1973, fue decretado problema de salud pública por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en cuyos infórmenos del año 2011, se menciona a Sudáfrica como la nación con la mayor tasa de Síndrome Alcohólico Fetal, con una afectación de 6 millones de personas en distintas fases de esta enfermedad, y de otros trastornos del espectro alcohólico fetal. Las cifras superaban incluso a los diagnósticos por Síndrome de Down y defectos del tubo neural combinado.
Actualmente es difícil encontrar datos certeros sobre la prevalencia mundial de esta condición, pero investigaciones divulgadas en 2005 por instituciones estadounidenses, referían una incidencia de 0,97 por cada 1.000 bebés nacidos vivos, según textos publicados por la OMS. Datos más recientes, reflejan que al menos en Estados Unidos, uno de cada 750 bebés nace con el Síndrome Alcohólico Fetal, cuyo cuadro de problemas físicos, evolutivos y funcionales incluye baja estatura, dificultades de aprendizaje y lenguaje, retraso en la adquisición de habilidades sociales o motoras, problemas de memoria y déficit de atención, entre otras.
Signos de un niño con Síndrome Alcohólico Fetal
- Bajo peso al nacer
- Pequeño perímetro craneal (10% o menos de lo normal)
- Diferencias significativas en la estructura del cerebro
- Retraso del crecimiento y desarrollo
- Disfunción orgánica
- Ojos con poco tamaño, mejillas aplanadas y surco nasolabial poco desarrollado
- Epilepsia
- Dificultades de coordinación y motricidad fina
- Insuficientes habilidades sociales
- Falta de imaginación o curiosidad
- Incapacidad para entender conceptos como el tiempo y el dinero
- Deficiente comprensión lingüística
- Escasa capacidad de resolución de problemas
- Hiperactividad, incapacidad para concentrarse, retraimiento social, testarudez, impulsividad y ansiedad.
- Mala circulación
- Coordinación muscular deficiente
- Problemas para succionar en los bebés.
Se agudiza con el tiempo
Trastornos de salud mental, imposibilidad de independencia y hasta dificultades de socialización son señales que pueden ir apareciendo con el tiempo. A medida que avanzan en edad, los pacientes con Síndrome Alcohólico Fetal van cambiando su comportamiento y desarrollando nuevos síntomas que, de no ser canalizados correctamente, podrían causar la muerte.
En la mayoría de los afectados con Síndrome Alcohólico Fetal prevalece el mal humor y aunque demuestran ser inteligentes, no tienen buen desempeño debido a sus problemas de conducta. Además, tienden a incurrir en acciones extrañas y repentinas como aleteos, balanceos, gritos, movimientos repetitivos y desprendimiento del cabello. También pueden llegar a obsesionarse con determinados objetos o situaciones e incluso demostrar serias dificultades para el razonamiento complejo, memorización y autocrítica. Sólo con paciencia y tolerancia se les podrá brindar una buena atención y educación.
Para identificar el Síndrome Alcohólico Fetal no existe una prueba o estudio preciso. Las determinaciones médicas se basan en la observación y seguimiento evolutivo de las características faciales anormales, peso, altura y dificultades del sistema nervioso.
La prevención es sin duda el mejor tratamiento, ya que con solo una toma de 80 gr al día, la probabilidad de desarrollar el Síndrome Alcohólico Fetal es de 30% a 50%. Aunque muchos galenos reconocen que son pocas las mujeres que logran detectar su embarazo antes del primer mes, insisten en que es necesaria la planificación. Sólo así podrán evitar prácticas que pongan en riesgo el bienestar de su bebé.
el Síndrome Alcohólico Fetal no se cura
La intervención médica oportuna, preferiblemente antes de los seis meses, es lo único que podría ayudar a mejorar la calidad de vida de un pequeño afectado por el Síndrome Alcohólico Fetal. Como se ha dicho, no existe cura para ello, por lo que el tratamiento está orientado básicamente a disminuir los efectos del trastorno. Por lo general, se recurre a fármacos para mejorar las molestias orgánicas, terapias de conducta y aprendizaje, programas de capacitación para padres y métodos alternativos de relajación que hagan más llevaderas las consecuencias de esta enfermedad. La vigilancia y monitoreo frecuente son esenciales, así como el acceso a la educación especial y a un hogar estable, sin violencia, repleto de amor, cariño y comprensión.
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