Existen varios trastornos que ocasionan que la glándula tiroides se inflame y cuando esto ocurre, se dice que se trata de una tiroiditis.
La tiroides se halla en la región frontal del cuello, debajo de la nuez de Adán (prominencia laríngea). Ésta es la que se encarga de producir hormonas que controlan el metabolismo, sistema que incluye importantes funciones como la frecuencia cardíaca y la rapidez con la que el organismo procesa las calorías que obtiene de los alimentos.
La tiroiditis es una patología autoinmune, pues los anticuerpos que producimos son los que atacan a las glándulas tiroides, lo que genera daños e inflamación. Las causas precisas aún se desconocen, pero es muy posible que el factor hereditario esté presente. Se han observado familias en las que hay más casos. Igualmente, algunos tipos de la enfermedad son provocados por virus, bacterias, medicamentos y exposición a la radiación.
Tipos de Tiroiditis
Hay varios tipos y subtipos y los más comunes son la tiroiditis crónica o de Hashimoto (de origen autoinmune), la tiroiditis subaguda (infección viral), y la tiroiditis aguda supurada (infección bacteriana).
La tiroiditis crónica es la más frecuente de todas. Fue descrita por primera vez en 1912 por Hakuro Hashimoto, con cuyo nombre fue bautizada. La prevalencia es de 5 a 10 %. También es la causa más común de hipotiroidismo, que es la disminución de la actividad funcional de la glándula tiroides y el descenso de secreción de hormonas tiroideas. Se presenta sobre todo en mujeres de 30 a 50 años. Existe una predisposición hereditaria a padecerla.
Síntomas
Particularmente la tiroiditis no produce síntomas específicos, sin embargo padecerla ocasiona que se destruyan las células tiroideas y esto sí genera consecuencias. Según la velocidad con la que se desarrolle el proceso destructivo aparecen el hipotiroidismo o el hipertiroidismo.
Si la destrucción celular es lenta, habrá menos hormona tiroidea y las señales del paciente apuntarán al hipotiroidismo, es decir, aumento de peso, estreñimiento, sequedad en la piel, dolores musculares y depresiones.
Si por el contrario las células se eliminan rápidamente, la cantidad de hormona tiroidea en la sangre se dispara y los signos que aparecen son los del hipertiroidismo, es decir, disminución de peso, ansiedad, irritabilidad, palpitaciones, insomnio, fatiga, debilidad muscular y temblores.
En los casos de tiroiditis agudas, en el cuadro clínico se incluye dolor y signos inflamatorios (calor, enrojecimiento) en la región tiroidea, acompañados de molestias al tragar y cambios en la voz. También se puede presentar fiebre.
Diagnóstico de la tiroiditis
Para hacer el diagnóstico de la tiroiditis, el especialista evaluará los síntomas e historia clínica del paciente. Posteriormente realizará una exploración de la región cervical, para ver si hay un agrandamiento de la glándula, o cambios en la coloración o temperatura de la piel.
De igual modo, deberá indicar exámenes de sangre que incluirán análisis de hormonas tiroideas y anticuerpos antitiroideos. Es posible encontrar tanto aumento como disminución de dichas hormonas, lo que determinará si existe hipertiroidismo o hipotiroidismo.
Generalmente también se practican pruebas de gammagrafía y la ecografía tiroidea, que son muy útiles para evaluar el tamaño de la tiroides y observar sus características. Esto brinda orientación hacia una determinada causa. También se efectúa una punción de la glándula para su estudio.
Tratamiento de la Tiroiditis
El tratamiento de la tiroiditis dependerá del tipo que se padezca y las causas que la originaron. En los casos provocados por drogas y medicamentos, la interrupción de su administración hace que se cure, mientras que en las tiroiditis provocadas por radiación el hipotiroidismo asociado perdura toda la vida, así se interrumpa la radiación.
Como se evidencia, los tratamientos comúnmente están orientados a aliviar o controlar el hipotiroidismo o el hipertiroidismo que provocó la tiroiditis y suelen ser remedios temporales hasta que los niveles hormonales se regulen o surjan nuevos brotes.
Si el paciente tiene síntomas de hipertiroidismo, se suelen medicar fármacos antitiroideos como el metamizol y el carbimazol. Además, se pueden utilizar fármacos como los betabloqueantes y los glucocorticoides.
Para los cuadros hipotiroideos, el tratamiento empleado es la levotiroxina.
En los diagnosticos de tiroiditis agudas provocadas por una infección, se requerirá un tratamiento a base de antibióticos y el drenaje del absceso.
En las subagudas se receta aspirina o antiinflamatorios y en situaciones graves, los glucocorticoides.
Cuando hay dolor en la zona del cuello por haber mucha inflamación, también se indican analgésicos y antiinflamatorios.
Aunque hay pocas excepciones, el hipotiroidismo primario establecido es una condición crónica, lo que obliga a tomar tratamiento de por vida. Con la dosis adecuada, los pacientes no tienen limitación alguna para sus actividades diarias.
El déficit de hormonas tiroideas es grave en los niños ya que estas son imprescindibles para el desarrollo mental normal y el crecimiento. A todos los recién nacidos, especialmente si hay un factor hereditario, se les debe practicar una prueba para confirmar el correcto funcionamiento de la tiroides.
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