Es común que a un paciente que necesite asistencia respiratoria mecánica por más de dos semanas, presente dificultad permanente para deglutir o amerite cirugía en zonas complejas como cuello y cabeza, le sea practicada una traqueotomía. Este procedimiento se aplica, principalmente, para brindar auxilio respiratorio y extraer secreciones que puedan interferir con la actividad pulmonar. Para ello, se realiza una incisión en la tráquea a través del cuello, por donde se introducirá una cánula que permanecerá allí hasta la completa recuperación del individuo. Una vez retirada, el orificio se cerrará de forma natural a los dos o tres días.
Una traqueotomía también puede ser necesaria en personas con patologías congénitas de laringe o tráquea, con inflamación u obstrucción de las vías respiratorias, o con lesiones graves en garganta y boca.
¿Cómo hacer una Traqueotomía?
Tras el suministro de anestesia general, inicia un proceso que podría tardar entre 20 y 45 minutos. Se abre el cuello, se aíslan los músculos, se toman los anillos que vinculan la laringe y los bronquios, se coloca un tubo de metal o plástico y se sellan los bordes con sutura o grapa. Esta vía aérea, se puede enlazar a una bombona de oxígeno o a un ventilador artificial para garantizar el flujo de aire a los pulmones y evitar la muerte por asfixia.
La abertura recibe el nombre de traqueostomía, mientras que la operación en sí se denomina traqueotomía. En situaciones de extrema emergencia, el médico puede optar por un método similar llamado cricotiroidotomía, que contempla la adaptación de un tubo en la membrana cricotiroidea para conectarlo con una bolsa de oxígeno. Es una técnica más sencilla que puede ser empleada por médicos de urgencias, cirujanos y paramédicos cuando no les sea posible realizar intubación oral o nasal.
Riesgos asociados a la traqueotomía
Como todo evento quirúrgico, la traqueotomía acarrea una serie de riesgos que van atados al uso de anestesia, como son dificultades respiratorias, reacción a los fármacos, accidentes cerebrovasculares, inflamación, erupción y paro cardíaco.
Adicionalmente, una traqueotomía puede generar daños en los nervios, lesiones en la glándula tiroidea, laringe o esófago, hemorragia, penetración del pulmón, dolor al respirar y mala conexión entre la tráquea y los vasos sanguíneos. Asimismo, puede ocurrir que el aire quede preso en los tejidos, que el pulmón colapse o que el tubo se tape por la presencia de coágulos sanguíneos o moco.
Los factores de riesgo aumentan en recién nacidos, pacientes fumadores o alcohólicos, adultos obesos, individuos mayores de 60 años, personas con patologías crónicas o infecciones respiratorias, y aquellas que estén medicadas con relajantes musculares, sedantes, tranquilizantes o cortisona.
Miedo a perder el habla
Hay situaciones en las que la traqueotomía debe ser permanente y se emplea básicamente a personas que requieren una intervención de laringe (laringuectomía) o padecen de algún tipo de cáncer. No obstante, la más habitual es la traqueotomía transitoria, que será retirada una vez sea superada la condición médica.
Muchos individuos le temen por considerar que les entorpecerá el habla, pero eso no suele ocurrir. Si bien es cierto que pueden demorar entre uno y tres días para adaptarse a respirar y un poco más para poder expresarse con claridad, llegarán a hacerlo sin ningún inconveniente con terapias y paciencia. Aun con la cánula de traqueotomía puesta, podrán comunicarse, incluso hay tubos que facilitan esta función.
Luego que el tubo haya sido extraído, es importante cuidar la zona donde se realizó la incisión. Conviene llevar ropa cómoda, así como bufandas o turbantes que cubran el área y evitar el contacto con aerosoles, polvo, alimento y sustancias tóxicas.
La cicatriz suele ser mínima y no debería causar molestias, pero se han registrado casos de personas que han manifestado estenosis o estrechamiento de tráquea que dificulta la respiración. En ese caso, es vital consultar a un especialista.
Si llegase a presentarse algún problema de fonación, es posible solventarlo con ayuda de un ejercicio que, vale resaltar, debe practicarse con asesoría del médico. Consiste en tragar aire y expulsarlo por el esófago haciendo vibrar los pliegues, manteniendo tapada la salida de la traqueotomía, para que de esa manera el sonido empiece a producirse. Lo hará en forma de eructo. Si esto no funciona, se debe evaluar con el galeno la posibilidad de someterse a una operación que mejore la conexión de la tráquea y el esófago (esto no es muy frecuente).
Más cuidados
Tanto los pacientes como sus familiares deben prestar especial atención al resguardo del tubo. El personal de enfermería debe brindar recomendaciones para la aspiración y limpieza, la cual se realiza mediante la colocación de un catéter más pequeño que permite la extracción de secreciones. El aire que entre por el tubo debe estar humidificado y, es posible, que el médico considere oportuna la prescripción de medicamentos para prevenir infecciones. Si hay señales de desplazamiento, se deberá realizar una tomografía de pecho para descartar posibles complicaciones.
Si la traqueotomía es permanente, el orificio permanecerá abierto y se cerrará cuando ya no sea necesario, a través de una cirugía, pues es posible que se ensanche el área.
Si el paciente va a casa con el tubo colocado, los parientes pueden atenuar las molestias colocando compresas frías en las zonas circundantes, tratando de no tocar la cánula. La zona debe permanecer seca, cubierta y alejada de cualquier tipo de partículas extrañas. Si los dolores aumentan, puede ingerir calmantes y antiinflamatorios recetados por el médico. El un lapso de cuatro a 10 días, puede ser cambiado si el especialista lo considera oportuno.
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