También conocida como “la enfermedad del sueño”, la tripanosomiasis africana es una parasitosis transmitida por un vector de parásitos pertenecientes al género Trypasonoma, que llegan al ser humano mediante la picadura de la mosca tsetsé, causando inflamación cerebral.
La mosca tsetsé es originaria del África Subsahariana, pero por razones que los científicos aun no han logrado explicar, son algunas especies las que traspasan la enfermedad a los humanos. Es así como el insecto vive en muchas regiones en las que aún no se ha desarrollado la patología.
La tripanosomiasis africana se presenta en aproximadamente 36 países de África subsahariana. Los habitantes de las zonas rurales dedicadas netamente a la agricultura, la ganadería, la pesca o la caza, están más expuestos a contraerla.
Aunque el modo de contagio más frecuente es la picadura de la mosca, la Organización Mundial de la Slud (OMS) determinó que puede ser transmitida de madre a hijo, ya que puede atravesar la placenta e infectar al feto.
Se ha comprobado también la contaminación por pinchazos accidentales con agujas contaminadas y por transmisión sexual.
Síntomas de la Tripanosomiasis africana
Una vez que los parásitos causantes de la tripanosomiasis africana entran en el organismo, la afección comienza a invadir los diferentes sistemas corporales, originando fiebre elevada durante varios días, dolor de cabeza, prurito y debilidad intensa.
Se produce también inflamación de los ganglios linfáticos, periodos de ansiedad, sudoración excesiva y cambios de ánimo.
Los sistemas cardiovascular, renal y endrocrino son los primeros en ser infectados, por lo que el paciente manifiesta anemia, taquicardia, edema intenso, pérdida de peso y alteraciones circulatorias
Después, la tripanosomiasis africana avanza hasta el sistema nervioso central, ocasionando trastornos de la conducta en los individuos, quienes repentinamente se muestran indiferentes, irritables y con menos concentración. Los cambios de humor se hacen más bruscos a medida que la infección va progresando.
Los periodos de somnolencia se tornan más frecuentes y prolongados. Durante la noche, el paciente se ve sumido en el insomnio, y es allí cuando aparece la debilidad y el sufrimiento. Ni siquiera podrá abrir una cerradura por el dolor que la causa doblar la muñeca. El deterioro continuará hasta caer en un estado de coma que puede llevarlo a la muerte.
Tipos de tripanosomiasis africana
La tripanosomiasis africana se presenta en dos tipos:
- Trypanosoma Brucei Gambiense: representa en la actualidad el 97% de los casos notificados y causa una infección crónica. Se encuentra en 24 países de África Occidental y Central. La persona que la padece puede estar contagiada por meses o años sin presentar síntoma. Cuando empieza a manifestarse es porque ya ha avanzado e incluso afectado notoriamente el sistema central.
- Trypanosoma Brucei Rhodesiense: está presente en 13 países de África Oriental y del Sur, aunque en la actualidad representa el 3% de los casos conocidos. Se evidencia como una infección aguda y severa, cuyos síntomas se notan desde las primeras semanas. Evoluciona rápidamente y afecta directamente al sistema nervioso central.
Ambas variantes de la tripanosomiasis africana son comunes en Uganda. En América existe una forma de tripanosomiasis, conocida como Enfermedad de Chagas, que se transmite por otra subespecie de Trypanosoma, y un vector diferente.
Para detectarlas, se suele recurrir a frotis de sangre, evaluación de líquido cefalorraquídeo, conteo sanguíneo completo y aspiración de ganglio linfático, entre otras pruebas.
Prevención y tratamiento de la Tripanosomiasis africana
La mejor manera de prevenir la tripanosomiasis africana es fumigando contra la mosca tsetsé en las zonas de anidamiento y evitar, con machos estériles, que se reproduzcan.
Un factor que dificulta la protección para quienes viven en localidades vulnerables, es la falta de vacunas, por los efectos secundarios y la poca duración en el organismo de los medicamentos que se administran.
Usar ropa fresca de colores claros y tejidos naturales puede ayudar a prevenir la enfermedad, así como la aplicación de repelentes.
El tratamiento dependerá de la etapa en la que se encuentre la infección. Los fármacos que se indican durante la primera semana (Pentamidina y Suramina) cuentan con menos toxicidad y son de administración más sencilla que aquellos prescritos durante la segunda etapa (Melarprosol, Eflornitina, Nifurtimox). Lo ideal es reconocer la tripanosomiasis africana durante las fases tempranas para poder erradicarla.
Tras la recuperación, debe hacerse un seguimiento exhaustivo durante 24 meses, con análisis de líquidos corporales, debido a que los parásitos pueden estar vitales en varios periodos, y provocar la enfermedad aún meses después de administrarse el tratamiento.
Si el padecimiento se encuentra en la segunda etapa es necesario recetar medicamentos capaces de traspasar la barrera hematoencefálica para poder acceder al parásito. La desventaja de estos fármacos es que son difíciles de administrar y resultan ser tóxicos.
Diversas iniciativas emprendidas a escala internacional, han logrado disminuir los casos. Para el año 2009 se habían contabilizado 10.000 enfermos, pero la cifra en 2013 se redujo a 6.314, según datos emitidos por la OMS
No obstante. El riesgo sigue latente. La misma OMS refiere que en zonas rurales de África, un total de 60 millones de habitantes están expuestos a contraer tripanosomiasis africana.
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